¿Cómo hablan los líderes políticos? ¿Es la jerga política un recuerdo del pasado, de cuando la clase dominante se atrincheró detrás de un lenguaje refinado e impenetrable que construyó un léxico comprensible sólo para los de adentro, o simplemente se ha adaptado a los tiempos cambiantes? Para el lingüista Cortelazzo, académico ordinario de la Crusca, lo más popular entre los nuevos políticos sería una especie de reflejo hacia el elector que daría lugar a una elección lingüística que él llama "gentese", es decir, la lengua de la gente.
Y que, quizás precisamente por eso, a menudo se ha radicalizado a través de las redes sociales, provocando la aparición de otra jerga que los académicos denominan "socialese".
En el libro "El lenguaje de la neopolítica. Cómo hablan los líderes", publicado por Treccani, el autor observa y ordena toda una serie de términos nuevos que, por un lado, ponen de relieve una especie de resistencia al abandono de la jerga política y, por otro, muestran cuánto se ha desarrollado el lenguaje, precisamente a causa de esta permeabilidad, con un 'discurso común, más accesible'.
Quizás incluso se podría decir más democrático. Sea como fuere, una vez pasados ;;los años 90, veamos cuáles son los logismos neo, o semi-neo, que recorren ahora la política. En la larga lista de Cortelazzo encontramos el término "externalización", la perífrasis "gobierno del cambio", el uso un tanto inflado de la palabra "interlocución" y la aún más de moda "resiliencia".
Nada comparado con los oxímorones de la Primera República que produjeron verdaderas perlas del repertorio político como las "convergencias paralelas" de Moro, los "equilibrios más avanzados" de De Martino, el "compromiso histórico" de Berlinguer, las "uniones castas" de Andreotti se convirtió más tarde en el "dulce radicalismo" de Prodi.
En la transición, Cortelazzo recuerda a Berlusconi como el "gran innovador del lenguaje político italiano", cuyo último salto lingüístico fue la "operación ardilla", nombre en clave para capturar, uno a uno, a los electores que faltan para el "gran salto hacia la colina" en enero de 2022.
Ahora está Giorgia Meloni, que ha desempolvado un léxico muy valorativo ("coraje", "feroz", "orgullo") y ha relanzado palabras como "reclamación" y el anglicismo más famoso, "underdog" (desvalido).
El Partido Democrático, escribe el lingüista, después del "brío" de Luigi Bersani, experimentó un déficit de especificidad léxica con Enrico Letta y con Elly Schlein encontramos, sin embargo, una "victimización secundaria".
El "joder" de Beppe Grillo sigue siendo inalcanzable para el Movimiento 5 Estrellas, que luego fue sustituido por el "pegajoso" de Matteo Salvini y su Liga, afectado, afirma Cortelazzo, por una "bulimia comunicativa", con palabras como "europirla", "fanfarrones", "raspadores", "periodistones", "intelectualoides", "profesoroides", "roedores" o "parásitos".
Términos heredados en algunos casos de Matteo Renzi, mientras que el "bipopulismo" se debe a Carlo Calenda.
Mientras los "campos" hacen furor, siendo el ancho el más famoso. Con el riesgo, afirma el autor, "de que a medida que disminuye el número de partidos, el nomadismo político, un 'menevadismo', un escisionismo de izquierda que recuerda otros ismos del pasado como el 'doble estándar', el 'doble trato'', se reflejará el 'círculo-botismo' para finalizar con el 'celodurismo', de memoria 'Umbertobossiana'.
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