El llamado triángulo de Weimar (Alemania, Francia y Polonia) se encuentra unido por la necesidad de que Vladimir Putin no gane las elecciones presidenciales. Y moviliza a Europa para ofrecer el mayor apoyo posible a Ucrania.
La reunión en Berlín entre el canciller alemán Olaf Scholz, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro polaco Donald Tusk se produce un día después de las palabras del jefe del Elíseo, que reiteró que no descarta el envío de tropas occidentales en el futuro para ayudar a Kiev.
Pero Francia, Alemania y Polonia "nunca tomarán la iniciativa en una escalada", aseguró Macron después de que su colega alemán hubiera ilustrado las "prioridades" acordadas por los tres líderes, incluida "una nueva coalición" para un radio de armas a largo plazo.
Desde Roma, el canciller italiano, Antonio Tajani, deslizó una suerte de advertencia. "Creo que la OTAN no debería entrar en Ucrania y espero que no suceda y que ningún país vaya a luchar allí", avisó.
"Entrar y hacer la guerra a Rusia es arriesgarse a la Tercera Guerra Mundial. "Defendemos el derecho internacional y la libertad de Ucrania, pero no vamos a la guerra con Rusia, damos a Kiev instrumentos militares, económicos y técnicos de todo tipo, pero ir a la guerra me parece un error y todos los italianos -y toda la gente con sentido común- no quiere esto", añadió el ministro de Giorgia Meloni.
La cumbre de Berlín, la primera de este formato desde junio de 2023, buscó disipar las tensiones entre Francia y Alemania, que han resultado en desacuerdos abiertos sobre cómo brindar apoyo a Ucrania. Mientras los socios europeos están frustrados por la negativa de Scholz a suministrar sus misiles Taurus de largo alcance a Kiev, Berlín no ha ocultado su irritación por los últimos estallidos de Macron, empezando obviamente por la posibilidad de enviar tropas de la OTAN.

Scholz reiteró el miércoles en el Parlamento que la participación de soldados alemanes en el conflicto es "un límite que no quiere traspasar". Una postura que también comparte Italia.
"Sueños locos y paranoicos", atacó en cambio, el jefe del servicio secreto exterior ruso, Sergei Naryshkin, al comentar las palabras del jefe del Eliseo. Mientras que, para el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, Francia ya ha sido "arrastrada al conflicto" y con estas declaraciones está dispuesta a aumentar su implicación.
A pesar del debate sobre las tropas occidentales, en Berlín los líderes de los tres países acordaron "la adquisición inmediata de un número aún mayor de armas para Ucrania en todo el mercado mundial" y "la ampliación de la producción de material militar", explicó Scholz en la rueda de prensa.
"Entonces aumentaremos también nuestro apoyo dentro de la Unión Europea", aseguró el canciller.
En este sentido, "utilizaremos los importantes beneficios de los activos rusos congelados en Europa para apoyar financieramente la compra de tanques para Ucrania", explicó el líder alemán justo cuando fuentes comunitarias revelaban que el viento ha cambiado en Bruselas y, después de meses de discusión, parece que se ha llegado a un acuerdo entre los Estados miembros sobre los activos rusos y no se excluye que la Comisión y el Servicio de Acción Exterior puedan presentar una propuesta antes de la cumbre de líderes de la próxima semana.
"Desde aquí enviamos esta nueva señal de apoyo a Kiev", subrayó Scholz. "Pero también estamos enviando una señal clara a Moscú: el presidente ruso, Vladimir Putin, debe saber que nuestro apoyo a Ucrania nunca flaqueará, que estamos inquebrantables y unidos a su lado".
Para Kiev, sin embargo, las palabras deben traducirse rápidamente en ayuda militar: la grave escasez de municiones ha obligado a los ucranianos a ceder terreno al avance ruso. El paquete de ayuda estadounidense de 60 mil millones de dólares sigue estancado en el Congreso, e incluso Biden reconoció que 300 millones de dólares en apoyo temporal anunciado el martes "no son suficientes".
Mientras tanto, la Comisión de la UE ha destinado los 500 millones de euros previstos por la ley para apoyar la producción de municiones (ASAP), lo que permitirá a la industria de defensa europea aumentar su capacidad de producción hasta 2 millones de balas al año, de aquí a finales de 2025. Para bloquear la carrera armamentista rusa, el G7 bajo presidencia italiana ha advertido a Teherán que no transfiera misiles balísticos a Moscú: de lo contrario, "estamos dispuestos a responder rápidamente y de manera coordinada, incluso con medidas nuevas y significativas", amenazaron los Siete.
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