Debido a la invasión, Ucrania se convirtió en uno de los países del mundo más aquejados por las minas terrestres, dijo Massari. El evento fue coordinado por Italia en su calidad de presidente del Grupo ONU de Apoyo a la Acción contra las Minas (MASG), un grupo informal de alrededor de 35 estados donantes con el objetivo de promover la coordinación de los programas de desminado humanitario a nivel global.
En el marco de la atención a Ucrania es que la presidencia italiana del G7 desea mantener -la premier Giorgia Meloni convocó al G7 de los jefes de Estado y de Gobierno el 24 de febrero, día del aniversario- la conferencia en la que Ucrania, Croacia, Japón, Lituania, Polonia y Suiza fueron copatrocinadores, y en la que se analizó la situación en el país, se exploraron los desafíos del esfuerzo de desminado y se presentó enfoques para afrontarlos.
Una de las cuestiones clave fue el vínculo entre el desminado humanitario y la "seguridad alimentaria". La contaminación del territorio daña la producción agroalimentaria del país, con efectos en cadena en el aumento de los costos de producción y efectos a nivel global. En este marco, se presentaron posibles soluciones innovadoras, capaces de explotar el potencial de la tecnología y la inteligencia artificial.
Siguió a los discursos introductorios de los cancilleres de Polonia, Suiza y Croacia, el viceministro de Asuntos Exteriores de Lituania y el Representante Permanente de Ucrania ante la ONU, el embajador Sergyi Kyslytsya, que presentó a la viceprimera ministra Yulia Svyrydenko en enlace desde Kiev, un segmento a cargo de la ONU, con contribuciones del subsecretario de Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, la secretaria general adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Ivana Živković, la Coordinadora de las Naciones Unidas en Ucrania, Denise Brown, y la directora regional para Medio Oriente y Norte de África del Programa Mundial de Alimentos, Corinne Fleischer.
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