Humillado, ofendido, atacado durante meses, mantenido despierto durante semanas por las manifestaciones nocturnas organizadas específicamente debajo de su casa, este anciano con una mente jurídica tan afilada como una espada fue llamado a trabajar.
Librará la batalla legal como muchos reservistas, mucho más jóvenes, que luchan con las armas en la mano contra Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano.
La resistencia de la derecha radical debió ceder ante su inevitable elección. El propio Netanyahu tuvo que inclinar la cabeza porque el honor de Israel está en juego.
Será él - superviviente de la Shoa, con mala salud, expresidente indiscutible del Tribunal Supremo- quien hará valer, el jueves y viernes próximos, ante el panel de 15 jueces del Tribunal, las razones de Israel frente a las acusaciones de Sudáfrica.
Considerado uno de los padres de la jurisprudencia israelí, en su papel de presidente del Tribunal Supremo (1995-2006), Barak -un judío sionista laico inclinado al compromiso correcto con lo religioso- fue un feroz defensor de los derechos civiles, pero también un firme defensor de la seguridad de Israel y de la ética de su ejército.
Nacido como Erik Brick en 1936 en Kaunas (Kovno) Lituania, el futuro abogado soportó toda la Shoa, llegando a la entonces Palestina del Mandato Británico, con 11 años, en 1947.
Su rápida carrera institucional y su aclamado prestigio internacional lo convirtieron en uno de los pilares del sistema jurídico israelí, donde el Tribunal Supremo -a falta de una Constitución- goza de un poder decisivo. Y, por tanto, no podía haber sido más fuerte el choque con las medidas de reforma judicial impulsadas por Netanyahu y su ministro de Justicia, Yair Levin.
A las primeras señales, Barak ("relámpago" en hebreo) salió al campo, denunciando los peligros de dictadura inherentes a la reforma judicial de la derecha.
Su nombre fue coreado en voz alta en las manifestaciones que durante nueve meses vieron al Israel democrático salir a las calles para defender la Corte Suprema y la independencia de los jueces de la política.
El mismo intervino advirtiendo, públicamente y con duras palabras, al primer ministro y a sus aliados del peligroso camino que habían tomado.
Los activistas de derecha y el propio Likud lo atacaron, lo vilipendiaron, lo acosaron durante semanas, rodearon su casa y gritaron consignas bajo sus ventanas. Defendido por los manifestantes antirreformistas, Barak nunca se rindió a pesar de su edad. Según los medios de comunicación, ahora fue propuesto para esta tarea en La Haya por el actual Fiscal General del Estado, Gali Baharav Miara, otro acérrimo opositor de Netanyahu.
Los habituales derechistas levantaron el dedo contra la nominación, pero Netanyahu no tuvo otra opción. Aceptó sin siquiera avisar a su Ministro de Justicia. Ahora, una vez más, le corresponderá a Barak hacer valer las razones de Israel, también en nombre de sus detractores.
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