Los precios se disparan, hora de tiburones en Gaza

Del pan al petróleo, el mercado negro afecta a los más pobres

Bajo pánico, la desolada vida en Gaza (foto: ANSA)
Bajo pánico, la desolada vida en Gaza (foto: ANSA)

(ANSA) - KHAN YOUNES, por Sami al-Ajrami - En Khan Yunes, en el sur de la franja de Gaza, donde se han concentrado masas de desplazados del norte, ha sonado la hora de los "Tiburones de Guerra".
    Y si en las primeras fases del conflicto se exaltaba la solidaridad natural entre las personas en dificultades, con episodios de altruismo y de generosa ayuda mutua, ahora, a medida que la escasez se agudiza, hay quienes no dudan en aprovechar las ventajas sociales ante la crisis para su propio beneficio.
    En el mercado de la ciudad sucede que aparecen personas que, en un tono muy discreto, preguntan en un susurro: Gasolina?. Las estaciones han estado cerradas durante más de un mes y ahora están secas. Otros recursos no existen.
    Por otro lado, el mercado negro está prohibido y hay que tener cuidado con la policía. Sin embargo, si se quiere utilizar esta fuente de suministro, hay que seguir al misterioso personaje que, atravesando un cruce, llega a un tanque con 18 litros de combustible. "Son 1.000 séqueles", precisa, el equivalente a 240 euros.
    Eso equivale a 55 séqueles el litro. En Israel el precio es de 6,80 séqueles por litro. El transporte público también entra en este círculo vicioso de precios que se han vuelto desorbitados.
    Con el inicio de la guerra, los autobuses desaparecieron por completo de las calles de Gaza. Quienes no disponen de coche deben recurrir a un taxi, para descubrir ahora que estas tasas también se han disparado.
    "Para llegar a Khan Yunes desde Beit Hanun, en el norte de la Franja el taxista me pidió la semana pasada 1.000 séqueles", afirma un hombre. A finales de septiembre, por un viaje similar pagaron 70.
    Además, los taxistas y sus familias deben abastecerse de pan. Durante el día, familias enteras hacen fila frente a los panaderos: compran 50 panes árabes por 4 séqueles, un precio subvencionado por la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados.
    Pero para completar la compra hay que hacer cola desde la mañana hasta la tarde. Luego, los mismos panes se revenden a poca distancia a los que no pueden esperar tanto por 20 séqueles.
    Lo mismo ocurre con la sal (un kilogramo ha pasado de 2 a 20 séqueles) y con las patatas (que en el mercado de Khan Yunes han pasado de 5 a 15).
    Los que están acostumbrados a fumar descubren que los cigarrillos que costaban 18 séqueles ahora se venden por 30.
    En estas condiciones puede suceder que quienes tienen que cubrir las necesidades familiares sean obligados a tomar sedantes. "Al menos estos - asegura un farmacéutico - todavía están a nuestro alcance. Se recibe una receta del médico y se recogen inmediatamente, sin complicaciones. Su precio no ha cambiado".