Caracal, la unidad de élite que defendió a los kibutz
(ANSA) - TEL AVIV, por la enviada Silvana Logozzo - En medio del caos del 7 de octubre llegó el mensaje del coronel Yonatan Tzur: "Infiltración cerca de Sufa y Nirim, hay terroristas, están fuertemente armados".
Los siguientes momentos fueron frenéticos. La teniente coronel Or Ben-Yehuda convocó en un instante a su grupo de francotiradores y conductores de tanques: "Vamos a eliminar a los terroristas. La infiltración en Israel se está extendiendo".
Ese día duró toda una vida, el batallón Caracol, integrado por dos tercios de mujeres soldados, mató a cien terroristas que ingresaron al sur del país para atacar a las comunidades fronterizas.
Gorra verde y botas rojas, y en el escudo de Caracal, el lince del desierto. Como ese gato con un olfato inmejorable, los soldados treparon a árboles y postes en un instante, y colocaron cámaras para ver al enemigo. Luego disparan y matan.
El equipo liderado por Ben-Yehuda se trasladó lo más rápidamente posible con vehículos blindados desde el cuartel general en Nahal Raviv hacia los asentamientos atacados. Llovían cohetes por todos lados.
Cerca del kibutz Sufa, en la parte occidental del desierto, el comandante recibió un informe: "Hay terroristas y heridos dentro". Así quedó dramáticamente claro que no se trataba de una infiltración terrorista de rutina. Había milicianos armados por todas partes.
De repente, un convoy con 50 terroristas y francotiradores cargó contra un batallón a una velocidad impresionante. La respuesta fue inmediata, con la matanza de muchos milicianos de Hamás, mientras otros eran obligados a retirarse.
En esa situación vertiginosa, Ben-Yehuda se encontró ante un yihadista que estaba a punto de apretar el gatillo en su cara. Ella fue más rápida, disparó a quemarropa, se salvó.
Durante cuatro horas infernales, los terroristas intentaron flanquear al batallón, camionetas armadas con ametralladoras y montones de milicianos continuaron llegando bajo la lluvia.
El batallón respondió con dureza, los helicópteros del equipo aterrizaron bajo fuego y parte de los terroristas permanecían en tierra. El Caracal luchó durante 14 horas, hasta que se aseguró la zona. Varios días después, Ben-Yehuda contó a los medios cómo había sucedido, declarando que los tanques bajo su mando desempeñaron un papel vital en la defensa de los kibutz, especialmente en la batalla de Holit, una comunidad donde al menos 11 residentes murieron juntos a dos trabajadores inmigrantes.
La teniente coronel quiso hacer una declaración feminista: "La eficacia en el campo de batalla despejó las dudas. Las mujeres soldados de la unidad lucharon con valentía, salvaron vidas, son heroínas", afirmó.
El ejército está orgulloso de ello: en su sitio web un comandante escribió: "Aquí no hacemos distinción de sexos.
Llevamos el mismo uniforme, portamos las mismas armas. Si un soldado resulta herido, sabe que lo llevaré a una zona de seguridad, lo mismo ocurre si pasa lo contrario".
Para Or Ben-Yehuda, una joven con el pelo largo que le sale por debajo del casco, a pesar de ser consciente de su eficacia en el campo, honra a sus compañeros de armas muertos, entre ellos el coronel Yonatan Tzur, quien fue el primero en llamarla a la batalla. (ANSA).