Entre desplazados que esperan desesperadamente en sur de Franja
(ANSA) - Por Sami al-Ajrami - En la Franja de Gaza, de norte a sur, todos esperan una tregua para recuperar la paz o para regresar a casa.
"Una Hudna (tregua), eso es lo que necesitamos", dicen los habitantes de Khan Yunes, en el sur de Gaza.
La Hudna es hoy la palabra mágica también entre los desplazados procedentes del Norte -por órdenes perentorias del ejército israelí-, pues significa también la posibilidad de respirar, tras semanas de bombardeos.
Y también para organizar, tal vez, una breve expedición familiar desde el sur de la Franja hasta sus casas en el norte para retirar las cosas que se quedaron atrás ante el apuro por partir.
"Por la noche empieza a hacer frío -dice un testigo-.
Deberíamos llevar mantas, tal vez ropa de invierno. Quién sabe cuánto tiempo más tendremos que permanecer acampados aquí".
Y quizás también lleve a Khan Yunes los álbumes con fotografías familiares y los retratos enmarcados de ancianos, en blanco y negro, que quedan colgados en las paredes de la casa.
"Tal vez sólo en invierno podremos volver a casa de forma permanente", esperan.
Mientras, los recién llegados se suceden en el centro de Khan Yunes.
Son camiones que llevan entre 50 y 60 personas hacinadas en la parte trasera, reunidas en Wadi Gaza, en el centro de la Franja, procedentes a pie de las zonas del norte.
Un camión tras otro van dejando gente e inmediatamente emprenden otro viaje.
Los nuevos evacuados miran desorientados a su alrededor. Se sientan en una acera o en el césped, con la sensación de que tendrán que pasar la noche a la intemperie.
Luego marchan hacia las oficinas de UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados, donde se registran para recibir vales de comida.
En una mesa preparada para conectar teléfonos móviles a paneles solares, la gente discute si el Hudna, el alto el fuego, es inminente o no.
Precisamente gracias a los teléfonos - así como a determinados radio transistores chinos que se recargan exponiéndolos al sol, muy extendidos en Gaza- es posible intentar reconstruir los escenarios políticos.
"Hemos oído que Abu Obeida, portavoz del ala militar de Hamás, anunció una fórmula para la liberación de rehenes.
Mujeres a cambio de mujeres. Niños a cambio de niños.
Combatientes a cambio de combatientes".
Otro cree que Egipto ya preparó el terreno para un intercambio de 50 rehenes con un alto el fuego de dos días.
La conversación se vuelve inmediatamente acalorada: "Ojalá fuera así. Tenemos familiares en el Norte que no pueden salir de casa porque son ancianos".
"No pueden marchar 10 kilómetros hasta Wadi Gaza. Si hubiera podrían enviarlos en una ambulancia".
Allí, dicen, la situación es desastrosa. Encontrar comida es casi imposible.
"Están prisioneros entre las bombas de Israel y el hambre.
Por eso muchos vinieron aquí, al sector sur".
Sin embargo, el flujo continuo de personas desplazadas corre el riesgo de que la situación se salga de control.
Desde hace dos días está cerrado el cruce de Rafah, por el que deben entrar los camiones con ayuda humanitaria.
Pero la UNRWA está demostrando su eficacia y está instalando nuevas tiendas de campaña, la segunda, al oeste de la ciudad.
Ante un pronóstico de lluvias y bajas temperaturas, el futuro es incierto e Israel ya aclaró que la arteria Sallah-a-din -la que cruza toda la longitud de la Franja- representa "un corredor seguro" sólo para quienes la transitan hacia el Sur, en horarios preestablecidos, y no al revés.
Por lo tanto, las personas desplazadas deben planear quedarse donde están durante mucho tiempo.
"Al menos -dicen- la Hudna es bienvenida. Por el momento, es nuestro único rayo de esperanza". (ANSA).