Historia de una familia que huye hacia el sur de la Franja
(ANSA) - GAZA, por Sami al-Ajrami - Un tanque israelí está apostado en una colina que domina la calle Sallah-a-Din, la principal arteria que cruza Gaza de norte a sur. El cañón de su torre sigue lentamente los movimientos de cientos de palestinos -hombres, mujeres y niños- que se desplazan desde la región norte de la Franja hacia Wadi Gaza, más allá de la cual Israel ha establecido una "zona segura" donde se entrega la ayuda humanitaria.
Al pasar a cientos de metros del vehículo blindado, los desplazados ondean banderas blancas, incluso improvisadas, confeccionadas con camisetas o carteles. Otros levantan los brazos en señal de rendición.
El paso se produce sin que se escuchen disparos en las proximidades entre los soldados y Hamás. Nadie, al menos hoy, perturba su paso. Sin embargo, a lo lejos se oyen los ecos de los bombardeos. Pero no se ve ningún soldado israelí en el Sallah-a-Din.
"Fue una marcha terrible, mi familia todavía está en shock", dijo a ANSA Khaled Kahwel, uno de los palestinos que pasó por ese tramo de la carretera. Salió a las 4 de la mañana desde el norte de la Franja junto con su esposa y sus nueve hijos.
Estaban cerca del Hospital de Indonesia (uno de los lugares donde, según Israel, Hamás guarece a sus milicianos) y los bombardeos eran insistentes.
"Lo que finalmente nos convenció de irnos -cuenta Khaled-, además de los continuos llamamientos del ejército israelí, fueron los bombardeos que destruyeron el supermercado y la panadería de la zona. Entonces nos dimos cuenta de que nos encaminábamos hacia la hambruna. Que pronto tendríamos que alimentarnos sólo de hojas y cortezas de árboles".
"Luego tomamos algunas mochilas y comenzamos la marcha a pie hacia el sur", acotó con resignación.
La familia de Khaled se dirigió entonces hacia la Ciudad Vieja de Gaza, pasando por el barrio de Zaitun, y desde allí llegaron a Sallah-a-din. "Pero a lo largo del camino pudimos ver cadáveres abandonados durante varios días en el suelo. Mis hijos estaban horrorizados", dijo Khaled.
Su miedo al ver los tanques fue enorme: "Nunca los habíamos visto antes, en persona. Su ruido nos aterrorizó. Estábamos blancos de miedo".
En ese momento, la familia finalmente logró pasar por la sección de Sallah-a-Din guarnecida por el ejército. Cuando llegó a Wadi Gaza, había recorrido 14 kilómetros. Un taxi los recogió y los llevó a un lugar seguro en el campo de refugiados de al-Maghazi, donde finalmente pudieron refrescarse y descansar.
Agotado, Khaled Kahwel suspiró aliviado: "Ahora estoy entre familiares y amigos. No importa lo que me suceda en el futuro.
Al menos tengo la satisfacción de haber alejado a mi familia de la amenaza de guerra y fuego. Y aquí, al menos, no se ven los tanques". (ANSA).