(ANSA) - LONDRES, 07 NOV - Un nuevo enfrentamiento en el
Tribunal Superior de Londres se produjo hoy en una audiencia
privada para decidir el destino de la pequeña inglesa Indi
Gregory, condenada en Inglaterra con solamente 8 meses a ser
desconectada contra la voluntad de sus padres, Dean Gregory y
Claire Staniforth, por una gravísima enfermedad mitocondrial
considerada incurable por los médicos y la justicia del Reino
Unido.
Y una vez más, el padre y la madre de la niña recién nacida
hospitalizada en el Queen's Medical Center de Nottingham se
enfrentaron al juez Robert Peel, encargado del caso, para
intentar prolongar al máximo la vida de su hija, contando además
con la ayuda llegada desde Italia.
Pero el magistrado no cambió en lo más mínimo su oposición
al traslado de la recién nacida al hospital Niño Jesús de Roma u
otros centros que podrían presentarse para continuar el
tratamiento y el soporte vital, a pesar de que el gobierno de
Giorgia Meloni concedió la ciudadanía italiana a la pequeña.
A Indi, por lo tanto, se la considera, a todos los efectos,
que padece una enfermedad terminal y cualquier intento de
mantenerla con vida únicamente la sometería a más sufrimiento.
Solo le queda al juez decidir -y pretende hacerlo emitiendo
un veredicto esta semana- el lugar donde estará la recién nacida
cuando la desconecten de la máquina: entre las posibles opciones
figura el mismo hospital donde está ingresada, un hospicio y
también un último regreso a casa. Esto es lo preferido por los
Gregory que, sin embargo, siguen buscando todas las formas
posibles para evitarlo.
Dean y Claire también pidieron una revisión del protocolo de
cuidados paliativos establecido por el juez por recomendación de
los médicos ingleses, que conduciría rápidamente al final de la
vida, y mientras tanto esperan la difícil posibilidad de un
acuerdo entre el gobierno de Londres y el de Roma para anular
una decisión tomada por el sistema de justicia británico.
Simone Pillon, ex senadora y abogada de la familia Gregory
en Italia, dijo confiar en una solución en este sentido y, por
tanto, una luz verde para el traslado de Indi.
Lo que está sucediendo, sin embargo, parece seguir el
precedente de Alfie Evans, que se remonta cinco años atrás.
Incluso este niño inglés, considerado incurable por los médicos
del Reino, por quien el papa Francisco también se preocupó,
obtuvo inmediatamente la ciudadanía por parte del gobierno
dirigido entonces por Paolo Gentiloni.
Un juez del Tribunal Superior también dictaminó que
suspender el tratamiento redundaba en el interés superior del
niño. Los padres, Tom Evans y Kate James, pidieron más tiempo en
virtud de un "fundamento en las relaciones internacionales" que
se refiere precisamente a la disponibilidad del sistema
sanitario italiano para acoger al pequeño.
Empero, los abogados, que representaban a la jefatura del
hospital responsable de la atención de Alfie, se habían opuesto
al traslado a Italia y el juez confirmó la decisión de suspender
el soporte vital, reconociendo la jurisdicción británica sobre
el pequeño ciudadano.
Aún no había cumplido dos años cuando falleció en brazos de
sus padres con un último aliento en la noche, después de haber
arrancado otros 4 días de vida con la ventilación asistida ya
apagada. (ANSA).
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