Un mes de guerra entre Israel-Hamás, ola antisemita

Los 30 días que trastornaron a Medio Oriente

(ANSA) - ROMA, 05 NOV - El ataque a la fiesta (rave), las masacres y secuestros de terroristas en los kibutz, los bombardeos israelíes con la batalla en Gaza, la búsqueda de rehenes y de miles de palestinos que entre las ruinas de los edificios y hospitales destruidos tienen la única esperanza de encontrar refugio en Egipto.
    Desde hace un mes Medio Oriente, y no sólo eso, se encuentra en un pantano sangriento del que actualmente parece difícil salir: la guerra de Sucot, que estalló el 7 de octubre, comenzó con el ataque de Hamás contra Israel, que mató a más de 1.400 personas y secuestraron a 244.
    En tanto que, según cifras palestinas, la reacción de Tel Aviv ante la intervención militar decidida por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, provocó hasta ahora casi 10.000 muertos en la Franja. Es el fin de un equilibrio ya precario que divide también a Occidente, marcado por graves actos de antisemitismo en los barrios judíos de París y en otros países como Italia, donde alguien vuelve a marcar los hogares judíos con la Estrella de David.
    La chispa de la nueva escalada la desencadenó la operación "Inundación de Al-Aqsa", planeada en secreto desde hace dos años y lanzada por Hamás hace cuatro semanas, cuando las brigadas Al Qassam, brazo militar de la organización, anunciaron la ofensiva con cohetes desde la Franja de Gaza.
    En esas mismas horas, militantes armados, muchos de ellos en motocicletas o con aviones caseros, llevaron a cabo masacres en los kibutz cercanos a la frontera, matando a familias y secuestrando personas.
    Algunos de los rehenes, de diversas nacionalidades, fueron tomados durante una incursión terrorista en una fiesta que se celebraba en la frontera, otros muertos en su intento de escapar.
    La reacción a la masacre del Shabat llega pocas horas después con un duro ataque: el premier Netanyahu declara que Israel está en guerra, lanzando así la Operación "Espadas de Hierro" en la Franja. El objetivo, además de liberar a los rehenes (hasta el momento se liberaron cuatro), es eliminar a Hamás atacando también la red subterránea de sus 500 kilómetros de túneles, y sólo 20 días después llega la anunciada invasión terrestre israelí de Gaza.
    El asedio en Gaza aqueja a los civiles, en gran parte sin internet ni electricidad, y en la Franja está prohibida la entrada de combustible, útil para que los terroristas lancen sus misiles y permitir la entrada de aire a los túneles.
    Ya a mediados de octubre, el ejército israelí ordenó a los palestinos desplazarse hacia el sur, pidiendo efectivamente el desplazamiento de más de un millón de personas: una operación considerada imposible por la ONU, que advirtió de las "consecuencias humanitarias devastadoras".
    Las partes en conflicto a menudo se culpan mutuamente, como en el caso del hospital Al-Ahli en Gaza, donde según el ministerio de Salud local 500 personas murieron bajo los bombardeos. Para la inteligencia occidental, sin embargo, se trató de un lanzamiento fallido de un cohete por parte de la Yihad Islámica Palestina.
    Al mismo tiempo, continúan las negociaciones mediadas por Qatar para la evacuación de civiles. El 2 de noviembre, 450 personas vulnerables, niños, palestinos con doble pasaporte y extranjeros (4 italianos) cruzaron el cruce de Rafah para entrar en Egipto. Sin resultados sobre la petición de tregua presentada por la Asamblea General de la ONU. De lo contrario. El riesgo de que otros países se unan al conflicto es alto y mientras Siria acusa a Israel de atacar sus aeropuertos, los rebeldes pro-Hamas de Yemen lanzan drones: apoyándolos está Irán, que ahora está menos aislado en su política antisionista.
    La tensión aumenta en las fronteras del norte con Hezbolá, hasta ahora con cohetes y disparos de mortero, pero el líder de la milicia libanesa por el momento sigue al margen de una implicación directa.
    La situación en Cisjordania se está calentando, al borde de una nueva intifada, donde continúan los enfrentamientos entre colonos judíos y palestinos, hasta el punto de que en un mes el ejército israelí mató a más de un centenar de ellos.
    El mayor aliado de Israel sigue siendo Estados Unidos, hasta el punto de que el propio presidente, Joe Biden, se une a Netanyahu en Tel Aviv para darle apoyo pidiendo garantizarle una ayuda humanitaria constante.
    También se está trabajando para devolver el control de Gaza a la Autoridad Palestina, que gobierna Cisjordania pero está perdiendo cada vez más apoyo en sus territorios: el otro desafío de Estados Unidos es determinar quién gobernará la Franja después de Hamás. (ANSA).