Un viernes sombrío sin combustible y entre bombas

Oraciones en mezquitas y almuerzos familiares son un recuerdo.

(ANSA) - KHAN YOUNES, 03 NOV - Las oraciones en la mezquita y la jornada de reposo dedicada a la familia reunida alrededor una mesa servida son solamente un recuerdo en el sur de la Franja de Gaza donde acudieron cientos de miles de personas, desplazadas del norte por orden israelí.
    Ya nadie va a las mezquitas, pues se han convertido en lugares de riesgo por la existencia de bombardeos. Y los mercados de los viernes están desoladoramente desiertos: "Ya no encontramos nada. No hay carne, ni pollo, ni pescado. No sabemos qué preparar para nuestras familias. En casa sólo tenemos provisiones de arroz, pasta y macarrones", se quejan las mujeres con las bolsas de la compra vacías.
    Y tampoco hay gas para cocinar. Quien todavía tenga algo en el depósito lo guarda para el futuro. Hoy, en Khan Yunes (en el sur de la Franja), se podía ver a familias preparando su comida del viernes en pequeños fuegos encendidos en los jardines, en los balcones o incluso en las aceras.
    A pesar de la masacre en la panadería de la calle Nasser de la ciudad de Gaza, donde hace días las personas que hacían cola para comprar pan fueron alcanzadas por una lluvia de fuego, aún hoy en Khan Yunes se pueden ver colas frente a esos locales.
    La escasez de gas también tiene algo que ver con esto. "A los niños hay que prepararles desayunos y cenas sencillas. La solución más sencilla son los bocadillos. Pero si no hay pan, Qué les damos?", se pregunta alguno.
    La intimidad familiar también sigue siendo cosa del pasado.
    Cada familia acoge a una o más personas desplazadas. El tiempo se pasa escuchando la radio (por ejemplo la local Al Aqsa, que relanza los programas de Al Jazeera) o jugando a las cartas. Las noches se ven empañadas por el continuo zumbido de los drones israelíes, e incluso el sueño reparador pertenece al pasado.
    En estos viernes de desolación hasta el panorama de la ciudad es desgarrador. Las calles están desiertas por falta de combustible. La arteria Sallah-a-din, que atraviesa toda la Franja, generalmente muy transitada, está desierta. Algunas bicicletas y carros tirados por burros. "Me subí a uno de esos carritos sin dudarlo", dice una señora mayor: "Tuve que llegar urgentemente a una farmacia en Khan Yunes, ni siquiera pedí permiso para subirme. Fue perfectamente natural".
    Ni mezquitas, ni compras en el mercado, ni almuerzos en la intimidad de la familia. El cuarto viernes de la guerra transcurrió como cualquier otro día. "Para olvidar lo que sucede a su alrededor -dice un lugareño- reté a mis hijos a probar suerte con el cubo de Rubik. Intentan por todos los medios alinear los colores. Y mientras lo intentan, tal vez se distraigan con lo que sucede fuera de sus ventanas". (ANSA).