Algunos sueñan con Canadá, otros con Egipto
(ANSA) - GAZA, por Sami al-Ajrami - Mientras veían hoy que el cruce de Rafah se abría para cientos de personas con ciudadanía extranjera, muchos en Gaza sentían una punzada en el corazón.
Todo el mundo quiere dejar atrás los bombardeos, las muertes, las masacres, los horrores: como los que han ocurrido hoy, según sobrevivientes, en la calle Rashid, la carretera costera de Gaza.
"Había cadáveres esparcidos a los lados de la carretera", dijeron durante su llegada a la zona al sur de Wadi Gaza, indicada por el ejército como "más segura" que el norte de la Franja.
"¿Qué quiero? Sólo quiero que mis tres hijos crezcan en un ambiente normal", aseveró Fadi a-Shemali desde el interior de un apartamento en la ciudad de Gaza, en el que entró hace sólo unos meses y que entonces se consideraba lujoso. "Veíamos el mar y el barrio burgués de Rimal. Ahora desde las ventanas sólo vemos edificios en ruinas y bombardeos interminables. No está asegurado que este edificio permanezca en pie".
Entonces Fadi ha decidido irse y también obtuvo una visa de entrada a Canadá.
Pero, por el momento, sólo los palestinos con doble nacionalidad pueden salir de Rafah. Son 7.000 y transitan a un ritmo de 400 a 500 por día. "Todos los días -dice- llamo por teléfono al consulado de Canadá. Cada noche reviso la lista de los convocados a Rafah.Tal vez podría haber sido incluido. Pero cada mañana siento la misma decepción". Al ser consultado sobre la posibilidad de volver algún día a Gaza en caso de que pueda instalarse por un tiempo en Canadá, no duda en responder que "no". El mismo sentimiento lo expresó la abogada Fatma Ashur, de 40 años.
En realidad, tiene doble ciudadanía y, por lo tanto, debería tener derecho a marcharse. Como otros 50.000 palestinos en Gaza, ella también tiene la de El Cairo, al ser hija de madre egipcia.
"¿Por qué no me dejan pasar entonces por Rafah?". La respuesta, aunque no siempre se exprese abiertamente, podría ser política.
Si bien el traslado a Canadá -se produzca o no- es un asunto privado para la familia a-Shemali, la salida de Gaza de Fatma Ashur y los otros 50.000 palestinos con ciudadanía egipcia podría verse como "un éxodo".Fatma llama, a menudo, al consulado egipcio. "Me dijeron que mi asunto será examinado en el momento adecuado. ¿Pero cuándo llegará ese momento?", se preguntó.
Mientras tanto, la casa donde vivía, en una zona acomodada de Gaza, no lejos de la llamada "villa Abu Mazen", fue bombardeada, y la fachada ya no existe.
"Los horrores cotidianos me parecen insoportables -expresó-. Vi las imágenes del campo de refugiados de Jabalya después de los bombardeos israelíes".
"Es un verdadero sufrimiento", agregó la mujer, a quien también se le acaba el tiempo, mientras maquinaria de la burocracia la obliga a permanecer en la peligrosa Franja de Gaza."Pero cómo? No estamos al menos trabajando en una 'hudna', un alto el fuego, un corredor humanitario?", se preguntó Fatma, quien también descarta la posibilidad de volver a Gaza en caso de que pueda escapar a Egipto. (ANSA).