(ANSA) - TEL AVIV, 30 OTT - Los médicos del hospital Assuta
en Ashdod, en el sur de Israel, lucharon en vano durante una
semana para mantener con vida a Tamar Tropiashvili, de 9 años,
que había perdido el conocimiento durante un bombardeo de su
ciudad con una andanada de cohetes de Hamás.
Al escuchar el sonido de las sirenas entró con su madre y un
perro en la habitación segura del apartamento y cerró la puerta
blindada. También se había armado con un palo y un cuchillo para
sentirse más segura porque en ese momento su padre estaba en el
trabajo.
De hecho, había rumores de que terroristas de Hamás
deambulaban por las calles de Ashdod. Pero cuando cesó la
alarma, la madre escuchó un grito ahogado. La hija yacía en el
suelo inconsciente y ya no podía respirar.
Paramédicos del Magen David Adom, equivalente a la Cruz
Roja, lograron reanimarla tras media hora de esfuerzos. Pero ni
siquiera la hospitalización fue suficiente para mantenerla con
vida. El domingo fue sepultada en el cementerio de la ciudad.
"Nunca había padecido ninguna enfermedad, estaba
perfectamente sana", precisaron durante el funeral sus padres,
ahora atormentados.
"No sabíamos cuán enorme era su miedo", dijeron.
Después del 7 de octubre, con las terribles masacres
perpetradas por Hamás y las descripciones que las acompañaron,
"los niños de Israel estaban en shock", afirmó el padre, Avi
Tropiashvili. La propia Tamar, sin que sus padres lo supieran en
ese momento, había comenzado a esconder un cuchillo bajo la
almohada.
El asunto ha conmocionado a la opinión pública en Israel. El
padre quiso entonces enviar un mensaje a todos los padres.
"Escuchen atentamente a sus hijos, hablen con ellos. Muchos
no saben expresar sus miedos y los guardan en sus corazoncitos,
que pueden incluso ceder. Un momento basta", expresó.
"Para Tamar no hizo falta ni un misil, ni un cohete, ni una
bala. Bastaba un silbido que aterroriza el alma, que sacude las
habitaciones de esos pequeños corazones. Esto fue suficiente -
concluyó - para que Hamás robara mi hija". (ANSA).
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