Murió Shani, joven símbolo de la masacre rave

Hallado un hueso del cráneo. Herzog: "Le cortaron la cabeza"

(ANSA) - ROMA, 30 OTT - "Mamá, no sé dónde esconderme, estoy buscando refugio...". Quizás hayan sido las últimas palabras de Shani Louk, la joven germano-israelí que se convirtió en símbolo de la masacre de la fiesta rave llevada a cabo por Hamás el pasado 7 de octubre.
    Palabras desesperadas, dirigidas a la madre desde su smartphone mientras corría despavorida en busca de refugio. Pero a su alrededor solo se veía la extensión de arena y roca del desierto del Néguev, los gritos y las ráfagas de disparos de sus verdugos.
    Y en el suelo el rastro de sangre de muchos compañeros ya heridos o asesinados a tiros.
    Se pensó que Shani podría estar gravemente herida, pero aún viva, entre los rehenes secuestrados por los terroristas ese día. Pero ahora la última llama de esperanza se apagó: la joven de 22 años está muerta, y muy probablemente ya en aquello que pasará a la historia como el "sábado negro" de Israel.
    El trágico desenlace fue anunciado por la familia de la joven, su madre Ricarda en televisión y su hermana Adi en Instagram: el cuerpo de Shani aún no fue encontrado, pero un hueso del cráneo habría sido hallado por el ejército israelí en el lugar de la masacre, sin que las pruebas de ADN dejen lugar a dudas.
    "Esto significa que estos animales bárbaros y sádicos simplemente le cortaron la cabeza mientras atacaban, torturaban y mataban", fue el comentario del presidente de Israel, Isaac Herzog, en declaraciones a Bild.
    Un final terrible, por tanto, aunque la dinámica y los detalles de lo que realmente ocurrió todavía están por verificarse.
    El cuerpo aparentemente inanimado de Shani, reconocida por su madre gracias a sus tatuajes, apareció en un video difundido por Hamás inmediatamente después de la masacre en el kibutz de Re'im, arrojado en la parte trasera de una camioneta que desfilaba por las calles de Gaza: ella yacía medio desnuda y con el rostro vuelto hacia abajo, mientras varios hombres lo pisoteaban.
    Uno de ellos le tiraba del cabello y otro le escupió en la cabeza ensangrentada. Todo el mundo alrededor gritaba "Allahu Akbar", ("Alá es grande"). Luego el jeep se alejó a toda velocidad.
    Imágenes aterradoras y crueles, que, sin embargo, alimentaron la esperanza de que la joven pudiera resultar gravemente herida pero aun con vida. También porque el 10 de octubre una familia palestina amiga de la familia de Shani había planteado la hipótesis de la presencia de la joven en un hospital de Gaza. Y luego su tarjeta de crédito, utilizada en esa misma zona.
    De ahí los repetidos llamamientos de la familia a las autoridades israelíes y alemanas, incluido el canciller, Olaf Scholz, para que hagan todo lo posible para poner fin a una pesadilla.
    Ahora solo queda el inmenso dolor por una joven que amaba viajar por el mundo y la música, y que había regresado a Israel hace unas horas. Era tatuadora de profesión, pero también era una influencer muy seguida en Instagram, donde sonriente y con sus largas rastas compartía sus amores y pasiones con cientos de seguidores.
    Vivió en Tel Aviv y completó sus estudios en Portland, Oregon. Su madre Rebecca, alemana y de orígenes católicos, voló a Israel desde Ratisbona en los años 1990, casándose y convirtiéndose.
    Del novio de Shani, un joven mexicano que estaba con ella en la explanada del kibutz Re'im para seguir el Festival Super Nova, no hay más noticias desde aquel día, cuando corrieron desesperados en su intento por llegar al auto, que ya estaba rodeado de milicianos. Una carrera sin escapatoria.
    El asesinato de Shani "demuestra toda la barbarie detrás del ataque de Hamás", comentó el canciller alemán Scholz, quien reiteró que Israel tiene todo el derecho a defenderse. (ANSA).