(ANSA) - DEIR EL-BALAH, 29 OTT - La vida de los panaderos en
el sur de la Franja de Gaza, donde se hacinan cientos de miles
de personas desplazadas, se volvió peligrosa. "O la policía
viene aquí para protegerme o no abriré más la puerta".
La desesperación se extiende entre la gente y las colas
agotadoras para conseguir después de muchas horas sólo 25 pitas,
los panes árabes, corren el riesgo de degenerar en violencia en
cualquier momento. Ya ha habido peleas e incluso algunos ataques
a panaderos.
"Este trabajo se está volviendo peligroso", contó uno de
ellos a Nusseirat.
Antes, en ese mercado, había como diez panaderos.
Los bombardeos israelíes los redujeron a sólo dos.
Los demás resultaron dañados por el derrumbe de edificios
cercanos.
"Creo que lo hicieron intencionalmente, para llevar a la
población a la desesperación". Como de hecho ocurrió en la
cercana Deir el-Balah, donde una multitud atacó los almacenes de
la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados, y salió con
carros arrastrados por burros cargados con sacos de harina y
otros productos. Sin esa harina, la producción de pan en la zona
cesaría por completo.
La policía de Hamás intervino entonces y hoy, en Deir
el-Balah, realizó numerosas detenciones y recuperó la harina
necesaria para producir el pan del mañana.
"Me alegro mucho de ver esas detenciones. Si aquí reina el
caos, los más débiles pagarán el precio", dijo una señora cerca
del hospital de Shuhada.
En los puntos de distribución de agua, así como en las
panaderías, las peleas y los empujones son cada vez más
frecuentes, mientras la población está exhausta tras noches de
insomnio bajo los bombardeos y las privaciones.
"El sábado quedamos completamente aislados del mundo por el
colapso de las líneas telefónicas y de Internet", contaron.
Durante la noche los cielos de Gaza estaban rojos por los
incendios y desde el sur de la Franja los desplazados intentaban
localizar los lugares afectados para saber si sus familiares
estaban en peligro inmediato.
"Las implicaciones psicológicas -dijo una señora mayor- son
las más difíciles. Cuando ves a las víctimas de un bombardeo,
tienes al menos una certeza. Pero cuando estás inmerso en la
oscuridad, en un rincón de Gaza, sin comunicaciones, bajo las
bombas, empiezas a perderte en tus pensamientos, imaginando
incluso masacres de seres queridos".
Hoy, gracias a una intervención de Egipto, los teléfonos
volvieron a funcionar en esta zona, lo que genera una sensación
de alivio.
Desde el puesto de Rafah, en la frontera con Egipto,
llegaron noticias de la entrada de otros camiones con ayuda:
agua, alimentos y medicinas. Por ahora las cantidades siguen
siendo bajas, pero Israel parece haber prometido a Estados
Unidos aumentarlas.
La escasez más grave se refiere al combustible, cuya entrada
la prohíbe Israel. Aunque las gasolineras llevan días cerradas y
los depósitos de los coches están vacíos, todavía hay alguien
que puede llegar en coche al sector norte de la Franja. A
quienes pidieron explicaciones sobre aquel viaje ya tan
insólito, el conductor respondió orgulloso: "Mi coche funciona
con gas para cocinar". (ANSA).
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