(ANSA) - SAN PAOLO, 24 OTT - Rio hermoso y maldito. Río busca
redención preparándose para el G20, atravesado por un infierno
de fuego desatado por el crimen organizado. El ataque más grave
al sistema de transporte jamás registrado por los cariocas, lo
definen desde la sede del gobernador del estado Fluminense, el
conservador Claudio Castro.
Mientras que ante el incendio de 35 autobuses y un tren en
siete barrios de la zona occidental de la ciudad, se activó la
alarma. Una alerta de grado tres (sobre cinco), con residentes y
turistas advertidos de la posibilidad de "incidentes de alto
impacto".
En el origen del caos, que trastocó la vida de al menos dos
millones de personas, está la "represalia" por el asesinato -en
un tiroteo con la policía- del teniente de las milicias de la
zona occidental, Matheus da Silva Rezende.
Uno de los sobrinos de Zinho, nacido como Luis Antonio da
Silva Braga, uno de los principales líderes de aquellas
facciones paramilitares surgidas en los años 90 para impedir la
entrada de los narcotraficantes en las favelas, y transformadas
en organizaciones criminales, ahora nuevos aliados del principal
cartel de Brasil, el Comando Vermelho.
Fuentes policiales afirman que los milicianos ofrecieron 500
reales (100 euros) a cualquiera que se prestara a iniciar el
fuego, con la instrucción de filmar la acción, para que el
mensaje llegara alto y claro a las autoridades.
Los autobuses quedaron bloqueados en las carreteras. Se hizo
descender a los pasajeros y se encendieron las hogueras -dijeron
los testimonios-. Mientras se desprendía humo irrespirable por
todas partes, complicando la movilidad en una ciudad donde
incluso en circunstancias normales el tránsito es extremadamente
difícil.
Al menos una decena de personas, sospechadas de estar
implicadas en la acción "terrorista" que se desarrolló de forma
"simultánea y coordinada", fueron detenidas. Pero una parte ya
habría sido liberada.
El alcalde progresista, Eduardo Paes, reaccionó pidiendo al
gobierno federal que intervenga "para evitar la repetición de
estos hechos".
Y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, está
analizando la crisis con el ministro de Justicia, Flavio Dino, y
con el jefe de Defensa, José Mucio, para el envío de refuerzos
militares.
"Utilizaremos las estructuras de los ministerios para ayudar
a combatir el crimen organizado", afirmó.
"El problema de la violencia en Río -subrayó- es un problema
de Brasil". (ANSA).
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