(ANSA) - KHAN YOUNES, 23 OTT - La ciudad de tiendas de
campaña de la UNRWA (el organismo de la ONU para los refugiados)
en Khan Yunes es uno de los lugares más tristes del sur de la
Franja de Gaza, donde -siguiendo instrucciones de las fuerzas
armadas israelíes- son acogidos cientos de miles de palestinos
desplazados.
Todos los espacios libres posibles se agotaron en las
escuelas de la agencia de la ONU para los refugiados (ahora solo
quedan asientos en las aulas donde la gente pasa noches enteras,
dicen, "como en un tren lleno de gente"), el único lugar de
acogida para los últimos arribados está precisamente en este
campamento donde, al menos, puedes sentir la brisa del mar.
¿Pero cuántas personas hay ahora?.
El funcionario de la UNRWA extiende los brazos: "En un
principio se suponía que serían 5.000, pero nadie se molesta en
registrarse cuando entran o salen. Serán muchos más, tal vez
incluso 10.000".
Los primeros desplazados dicen que pasaron sus primeras
noches junto al mar.
"Extendimos nuestra ropa en la arena y nos acostamos. La
primera tarea fue encontrar algunos colchones improvisados.
Después de tres días, cuando el campamento estuvo instalado,
entramos". Pero aun así, la vida es muy dura.
Las carpas están calientes y hay polvo en el aire. Para
cocinar hay que encender pequeñas hogueras, aunque sea para un
café, porque no hay gas.
El agua potable se transporta en carros desde una planta
desalinizadora cercana. Para utilizar los baños hay que hacer
largas colas, las duchas no existen. Tampoco hay distribución de
alimentos, salvo pequeñas cantidades de pan.
A pesar de la degradación, hoy también se registraron nuevas
llegadas. Personas desplazadas que arriban del norte de la
Franja.
"En Beit Lahya y Jabalya -dijeron- Israel bombardeó los
mercados de frutas y verduras para obligar a la población a
marcharse. Lo mismo hizo con los panaderos". Así que incluso
aquellos que no quisieron se ven obligados a emigrar al sur.
"Yo -dijo un señor- pagué 1.000 shekels (250 euros) a un
taxista para que me llevara hasta aquí". En total, 25 kilómetros
y una cantidad desorbitada para la economía de Gaza. Otros
marcharon a pie.
El campamento frente al mar, la marcha por caminos
polvorientos, el desplazamiento forzado de cientos de miles de
personas. Todo esto revivió recuerdos traumáticos de la Nakba en
las personas mayores: la "catástrofe" del nacimiento de Israel y
la condición de refugiados de enormes masas de palestinos.
"Después de todos estos bombardeos -dicen algunos
desplazados- ya no hay ni siquiera la certeza de que una vez
terminada la guerra todavía habrá un hogar al que regresar". Y
si Egipto abriera la frontera, ¿cruzarías al Sinaí? "Nunca",
responden a coro, "nunca saldremos de Gaza". Pero en sus ojos se
puede leer la desolación y la resignación. (ANSA).
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