(ANSA) - KHAN YOUNES, 22 OTT - En el décimosexto día de
guerra, la ciudad de Khan Yunes, en el sur de Gaza, retrocecdió
en el tiempo, cuando ver coches en las calles era algo bastante
raro, motivo de excitación para los niños.
En Khan Yunes, y en todo el sur de la Franja (donde cientos
de miles de habitantes del sector norte fueron desplazados), los
coches siguen estacionados con el depósito de combustible vacío:
las gasolineras ya no tienen gasolina para vender. Y la escasez
de combustible se convierte en una emergencia dramática en los
hospitales, como el local de Shuhada, donde llegaron muchos
muertos y heridos por la mañana tras un nuevo bombardeo israelí.
En el calor de las primeras horas del día, los cadáveres de
las víctimas fueron recogidos en el estacionamiento y, ante la
falta de espacio en la morgue, el hospital pidió a los
familiares que se llevaran a sus seres queridos lo antes posible
para el entierro inmediato.
Pero ahora en Khan Yunes pocas personas tienen gasolina. Y
el cortejo fúnebre sólo pudo ponerse en marcha cuando alguien
logró encontrar un carro tirado por un burro sobre el que
colocar el cuerpo envuelto en una manta, y luego puso rumbo al
cementerio.
En este clima de exasperación en el sur de la Franja, se
difundieron noticias contradictorias sobre la entrada desde
Egipto de camiones con ayuda humanitaria (posteriormente
desmentido por la Media Luna Roja palestina) y también sobre la
entrada de los ansiados suministros de combustible.
Pero la información fue desmentida. Y la UNRWA (organismo de
la ONU para los refugiados) explicó que hubo un movimiento de
camiones, pero que estaba relacionado con el traslado de
combustible y harina desde sus almacenes en el sur de la Franja
a 7 panaderos en Rafah y 7 de Khan Yunes para que puedan volver
a hornear pan para los desplazados.
La UNRWA también impuso un precio político: 4 shekels (un
euro) por 50 pitas, el pan tradicional árabe.
El sábado ingresaron 20 camiones desde el paso de Rafah con
medicinas, suministros de agua y alimentos (incluidas latas de
atún).
Hoy no llegó más ayuda y para mañana - según
Mahmuda-Neirabi, director de la "Media Luna Roja" palestina -
todavía no hay certezas.
En la cercana Deir el-Ballah, dentro de un almacén cerrado a
la prensa, la UNRWA y la Media Luna Roja compartían la poca
ayuda que llegaba a la Franja. Con Israel que, desde Tel Aviv,
hizo saber que vigila de cerca para que no lleguen a Hamás.
En estas condiciones de emergencia, miradas de asombro y
envidia siguen a quienes aún logran desplazarse en coche.
Generalmente se supone que se trata de funcionarios del gobierno
o personas vinculadas a los servicios de emergencia de Hamás.
Las personas comunes deben, en cambio, trabajar con ingenio.
La solución más sencilla es viajar a pie. O retomar las viejas
bicicletas oxidadas guardadas.
Pero una mirada a las calles de Khan Yunes marca el regreso
de un gran protagonista del pasado en Gaza: el burro que tira de
un carro.
En las zonas agrícolas este sigue siendo un medio de
transporte común. Y, en el centro urbano de Khan Yunes, volvió a
ser imprescindible. (ANSA).
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