(ANSA) - TEL AVIV, 18 OTT - Rachel Edri, de 65 años, la mujer
que abraza a Joe Biden en el encuentro del presidente
estadounidense con los sobrevivientes y los familiares de las
víctimas del ataque de Hamas, es ya una heroína nacional.
Rachel mantuvo a raya por espacio de 17 horas a los
milicianos que el 7 de octubre irrumpieron en su casa de Ofakim,
los trató como verdaderos huéspedes y les ofreció té y galletas.
Así la mujer salvó su vida y la de su marido David hasta la
llegada de los soldados israelíes que mataron al comando y
liberaron a la pareja.
Aquel sábado debía ser un día de fiesta, la familia
festejaría los 68 años de David y Rachel debía ir a comprar una
torta. Y, en cambio, llegaron los milicianos de Hamas: "observé
cinco Rottweiler armados ingresar a mi casa por la ventana.
Comenzaron a gritar 'mártires, mártires'" -narró la mujer a los
medios israelíes-. Pensé por mí misma, qué debo hacer ahora?.
Pensé en correr hacia la puerta, pero me hubieran disparado por
la espalda".
Rachel y David decidieron seguir las órdenes: "tomaron
nuestros teléfonos celulares, los rompieron, nos amenazaron con
las pistolas. Abrieron los armarios, tiraron todo afuera. Vieron
los uniformes de la policía de mi hijos. Comenzaron a gritar:
"Dónde están tus hijos? Les mentí, les dije en Estados Unidos".
Madre de tres hijos y abuela, desde hace 42 años trabaja en
el comedor de la base militar de Tze'elim. "Me recuerda a mi
madre", dijo uno de los terroristas. "Soy propiamente como tu
madre. Cuidará de ti. Qué cosa necesitas?", respondió Rachel
entreviendo un espiral de diálogo. "Les dije si querían té, café
y galletas. Me dijeron que sí", en parte quería sobornarlos, en
parte es justamente parte de mi naturaleza", explicó la mujer
que ofreció a sus secuestradores "galletas que había preparado
por el Yom Kippur. Le gustaron en verdad mucho".
Luego de haberlos alimentados buscó de ganar tiempo:
"Adelante, me podrían enseñar árabe y yo les enseño hebreo". Y
todavía más: "Díganme, a más de ser mártires, qué otra cosa
hacen?"
Solo alrededor de las 2 de la mañana, luego de unas 17 horas
transcurridas a merced de Hamas, un blitz de la policía salvó a
los dos cónyuges, Rachel perdió su sangre fría y comenzó a
gritar aterrorizada entre los brazos del hijo Eviatar que
esperaba afuera.
Desde aquel día la mujer no consigue dormir: "cada vez que
cierro los ojos veo a los terroristas. No puedo volver a mi casa
porque no existe más una verdadera casa, ellos la hicieron un
pogromo". (ANSA).
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