(ANSA) - GAZA, 17 OTT - El hedor de los muertos es lo primero
que afecta a quienes ingresan en los hospitales pobres del sur
de la Franja de Gaza. Sus instalaciones no son adecuadas para
dar cabida a las decenas de víctimas que se sumaron la noche del
lunes tras los bombardeos israelíes en Rafah y Khan Yunes.
Además, seguramente habrá cientos más que llegarán esta
noche. Cualquiera que entra está obligado a llevar mascarilla,
pero aun así el olor es nauseabundo.
La electricidad es escasa y el aire acondicionado está
reservado para las salas de urgencias y los quirófanos. Los
cuerpos son recogidos en tiendas de campaña aisladas, donde se
pide a los familiares que los reconozcan y se los lleven lo
antes posible. Pero la tarea de identificar cadáveres, a menudo
desfigurados o destrozados, es difícil. Los jirones de ropa a
veces pueden servir para dar certezas de quién es la víctima.
El lunes la fuerza aérea israelí impactó un edificio en
Rafah (en la frontera con Egipto) y dañó otros cinco, provocando
la muerte de 24 personas. Asimismo, en Khan Yunes, otro
bombardeo causó 50 muertos.
"Alguna vez -recordó alguien- Israel avisaba antes de los
ataques. Alguna vez también supo dar en el blanco disparando
hacia la ventana de un apartamento específico. Hace años, un
comandante de la Yihad Islámica fue asesinado en su cama, sin
daño a sus vecinos". Ahora, sin embargo, la fuerza aérea atacó
viviendas que en los últimos días están llenas de desplazados,
con decenas de personas en cada apartamento.
El director del hospital Abu Yusef al-Najjar de Rafah está
desesperado. "Mi hospital -dijo- sólo tiene 40 camas. Y en poco
tiempo llegaron aquí 150 heridos. Tuvimos que clasificarlos en
otra parte". Pero los demás hospitales de la zona también se
están hundiendo en el caos.
La urgente necesidad de ayuda humanitaria es el tema del día
en todas partes. Cientos de camiones con ayuda de Egipto, Qatar
y Turquía están detenidos desde ayer en el cruce de Rafah, en el
lado egipcio. Tienen medicamentos y, lo que es más importante,
combustible para encender los generadores. Pero ni pueden pasar.
Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
advirtió que el suministro de alimentos en Gaza está
disminuyendo y podría agotarse en los próximos días. En
particular frutas, verduras, huevos y leche. Siguiendo
instrucciones de Israel, los palestinos del Norte todavía llegan
al sur de la Franja.
En las calles de Deir el-Ballah, Khan Yunes y Rafah
encuentran montañas de basura que nadie ha recogido desde el 7
de octubre. El hedor de la basura se suma al de los cadáveres
que aún quedan bajo los escombros. Cuerpos que en parte no se
pueden extraer a mano.
En el sur de la Franja, como en la ciudad de Gaza, se
necesitan excavadoras pesadas, pero escasean y, en cualquier
caso, falta combustible. La gasolina está racionada y en las
estaciones, tras largas colas, cada coche recibe como máximo un
litro y medio o dos.
En este desastre humanitario el único rayo de luz es Estados
Unidos. "Tenemos muchas esperanzas en Joe Biden", coinciden
todos en el sur de la Franja. Efectivamente, mañana el
presidente de los Estados Unidos estará en Jerusalén.
"El es el único que puede convencer a Israel de que abra el
cruce de Rafah y deje entrar la ayuda". Llegará a Israel a las
10 de la mañana y partirá a las 17. En Rafah, Deir el-Ballah y
Khan Yunes estarán todos sintonizados a la cadena Al Jazeera
para saber con gran expectativa si les arrojarán el salvavidas,
si la situación cambiará o si continúa avanzando hacia la
catástrofe. (ANSA).
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