Un sobreviviente de Kfar Aza, "generaron otra Shoá"

El ítalo-israelí Uzi Fazio relata aquel amanecer de terror

(ANSA) - TEL AVIV, 11 OTT - "Han generado un nuevo Holocausto para nosotros": así lo expresó Uzi Fazio, quien, a sus 68 años, en la noche maldita de Kfar Aza, estaba en el kibutz con su esposa. Fazio es un ítalo-israelí, nacido en Israel, hijo de padre procedente de Padua y de madre genovesa.
    En Italia, de niño vivió algunos años en Génova y por eso su italiano sigue siendo excelente, teñido de la cadencia típica de la capital de Liguria.
    Ahora está a salvo, junto con los demás sobrevivientes de la masacre, en Shefayim, otro kibutz del centro de Israel, donde lo llevó el ejército tras rescatarlo de Kfar Aza.
    Ahí mismo juntó fuerzas y habló con ANSA de lo que vivió.
    "Seguimos llorando sobre los hombros del otro. Nos consolamos mutuamente, tratamos de no pensar en ello. Pero el mundo -dice - debe saber lo que pasó en nuestro kibutz. Por eso hablo. Todo empezó entre cinco y las seis de la mañana. El sábado por la mañana con los cohetes que llegaban desde Gaza.
    Después de los cohetes -aseveró- llegaron los terroristas y atravesaron la barrera defensiva que pensábamos que era infranqueable.
    Kfar Aza está a menos de dos kilómetros de la frontera con la Franja.
    "Llegaron a pie y detrás de ellos también había ciudadanos de Gaza que querían apoderarse y robar en el kibutz, no sólo el nuestro sino también el de muchos otros. Sólo más tarde supimos que había entre 70 y 80 milicianos, armados hasta los dientes con ametralladoras, rifles e incluso lanzagranadas. Entraron venciendo toda resistencia y disparando por todos lados", contó.
    "Fueron casa por casa lanzando bombas contra las casas más cercanas y creo que inmediatamente mataron a unos veinte niños".
    prosiguió.
    "Mi esposa Jenny y yo inmediatamente nos encerramos en el refugio. Comenzamos a charlar por WhatsApp con las familias cercanas, que también estaban encerradas en los refugios. Luego llamamos a nuestros hijos: uno está en Estados Unidos, el otro aquí en Israel en otro kibutz donde también llegaron. Luego también recurrimos a los militares, pero sin obtener una respuesta inmediata".
    "De vez en cuando -continuó Fazio- vimos solicitudes de ayuda de otras familias en WhatsApp".
    "Escuchamos disparos y gritos. Yo tenía el arma y quería ir a ayudar, pero mi esposa me detuvo. Hacia la tarde escuchamos ruidos y la rotura de una gran ventana de la casa que no tenía persiana. Luego, al otro lado de puerta del refugio alguien, en hebreo, nos dijo que saliéramos intentando forzar la manija.
    Pero él tenía acento árabe y yo le apunté con el arma. Le dije: 'estoy armado, váyase'. Él insistió preguntándome cuántos de nosotros estábamos encerrados allí".
    "Cuando me di cuenta de que ya no podía aguantar más la manija, le dije 'abro pero disparo enseguida si no me convences'. Y abrí: al otro lado estaban los soldados israelíes y quien me había ordenado salir era un soldado druso: israelí pero con acento árabe. Nos llevaron inmediatamente, escoltados junto con otros a pie. De vez en cuando -recuerda- nos hacían detenernos por precaución. Hasta que llegamos a una estación de servicio fuera del kibutz. Allí nos esperaban los coches del ejército".
    "En la callecita donde vivimos masacraron a tres familias, una cerca de nuestra casa. Hicieron un holocausto contra nosotros. Masacraron a niños, ancianos, mujeres. Me dijeron que había niños decapitados, pero no los vi. Me pregunto cómo podrían haber hecho cosas similares", completó. (ANSA).