Tel Aviv tiene poco de la ciudad que era el pasado sábado antes del ataque del grupo fundamentalista Hamás, que tomó por sorpresa a los habitantes y causó una verdadera masacre.
Desde entonces no solo se oyen las sirenas de alarma, sino también las explosiones, cerca o lejos, debido a la interceptación de cohetes.
A eso se suma las prisas por refugiarse, los numerosos comercios cerrados, los restaurantes que bajaron la persiana y que de algún modo redujeron el personal. Si no también porque la mayoría de esos jóvenes, que animaban Tel Aviv y se veían por todas partes, fueron llamados por el ejército. Como si hubieran desaparecido de un momento a otro.
A las armas fueron convocados en 48 horas 300.000 reservistas.
La larga avenida Rothschild, que atraviesa la ciudad de sur a norte, antes del sábado estaba abarrotada de gente y quioscos abiertos.
En muchas ocasiones se hacía difícil abrirse paso entre la multitud. Ahora es una calle larga y fácil de cruzar. Incluso el paseo marítimo de la ciudad, que en hebreo se llama Tayelet, estaba repleto de gente de todo tipo, una calle políglota donde se superponían diferentes idiomas, además del hebreo, que ahora vio reducida su afluencia.
Y también Jaffa, en el extremo sur de la ciudad, con un fuerte componente árabe, se vio afectada por todo esto. Hay muy pocos turistas por aquí: aquellos que "tropezaron" con esta guerra por casualidad no pueden esperar a irse. Ciertamente, no es el Tel Aviv que ellos, con razón y de manera recíproca, esperaban.
En el aeropuerto Ben Gurion, cerca de Tel Aviv, los vuelos cancelados son innumerables y está la desesperación por tomar los últimos lugares para abandonar la ciudad.
Los turistas y peregrinos que llegaron antes o cerca del inicio del conflicto, en algunos casos permanecieron en el aeropuerto durante mucho tiempo antes de poder embarcar.
La embajada italiana organizó numerosos vuelos de emergencia para llevar a sus compatriotas a casa y creó in situ un punto de asistencia para los italianos.
Las imágenes que los canales de televisión transmiten continuamente de los más de 100 rehenes israelíes arrastrados a la fuerza a Gaza por los milicianos y, sobre todo, aquella del niño acosado por hombres de las facciones palestinas endurecieron al país.
Israel ahora parece decidido a deshacerse de Hamás para siempre.
Luego se pensará en determinar las responsabilidades de quienes permitieron que las facciones palestinas sorprendieran al ejército. Pero no hay que dejarse engañar por esta imagen: Tel Aviv -como todo Israel- está consternada, pero no retrocede ni un milímetro. Sabe que "esta" guerra será larga, en cierto modo diferente de otros conflictos, es por eso que el país se unió como un solo hombre.
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