Primer cara a cara entre Meloni y Schlein

(ANSA) - ROMA 9 MAY - El primer cara a cara entre las dos mujeres líderes de la política italiana, Giorgia Meloni y Elly Schlein.
    Se sentaron frente a frente, por primera vez en la misma mesa y por espacio de dos horas. Hablaron con las miradas dirigidas a los ojos. Sonrisas, pero también tensión. La presidenta del Consejo, Giorgia Meloni, y la secretaria del PD, Elly Schlein, sabían que en juego estaban las reformas, pero también algo más.
    También un desafío entre personalidades, estilos, universos diferentes.
    Schlein había advertido: "A la confrontación no nos sustraemos jamás, pero que sea un debate verdadero y largo, y no ya decidido porque quieren ir adelante independientemente".
    Meloni replicó: "Observen, esta no es una reforma que estamos haciendo para nosotros mismos: si tiene éxito, debería entrar en vigor en la próxima legislatura, quizás".
    Schlein tomó nota de las palabras de Meloni, usando el bolígrafo negro dado por la Cámara. Consigo tenía una carpeta con el logo PD, llena de folios A4 cargados de apuntes. Y luego, en el bolso, la cantimplora negra.
    "El clima fue franco, de discusión franca acerca del mérito de las cosas", narró. Como decir: no era la ocasión de zalamerías. "Clima respetuoso y cordial", dijo quien asistió.
    Después se entretuvieron un poco a charlar, saludo con apretón de mano. Luego una broma de Schlein: "La noto, demasiado preocupada sobre la estabilidad de su gobierno, tenga confianza en su mayoría".
    Los temas de la jornada fueron las reformas, las configuraciones institucionales y la Constitución, pero sobre las líneas de la historia terminó además alguna observación de vestimenta. Para Meloni, chaqueta en tweed oscura con bordes blancos, estilo Chanel. Schlein blusa blanca y tailleur de un color que dividió a aquellos que tienen confianza con la armocromía: hay quien la definió púrpura, quien magenta, quien simplemente rojo.
    En el desafío de género, la confrontación de la paridad la ganó el PD, al menos en proporción.
    Es verdad que a la mesa se sentaron dos mujeres, por una parte, y dos mujeres por la otra. Pero la delegación del PD estaba compuesta por cuatro personas -la secretaria y la jefe de grupo de la Cámara, Chiara Braga, junto al jefe de grupo del Senado, Francesco Boccia, y el responsable de las reformas, Alessandro Alfieri-, mientras la formación del gobierno era el doble: con la presidenta del Consejo y la ministra para las Reformas, Elisabetta Casellati, el vicepremier Antonio Tajani y Matteo Salvini (que abandonó el encuentro en curso), el ministro para las Relaciones con el Parlamento, Luca Ciriani, los subsecretarios de la Presidencia, Alfredo Mantovano y Giovanbattista Fazzolari, y el constitucionalista Francesco Saverio Marini.
    Pero en la biblioteca del presidente, en Montecitorio, no apareció en escena el primer combate singular. Aquel fue tiempo atrás, a distancia de meses y de espacio. Fue de imágenes y palabras. En el imaginario, la contraposición entre las dos líderes nació allí, aún antes que una se convirtiera en presidenta del Consejo y que otra llevase a casa una victoria en las primarias del PD.
    Fue cuando Schlein parafraseó a Meloni, gritando desde el palco de Plaza del Pueblo: "Soy una mujer, amo a otra mujer y no soy madre. Pero no por ello soy menos mujer". Era candidata simple, estaba cerrando la campaña electoral de la lista PD-Italia Democrática y Progresista. Era setiembre 2022, faltaban pocos días para el voto. Que ganaría la centroderecha estaba en el aíre.
    Que Meloni se convirtiera en premier era más que previsible.
    El otro cara a cara, el primero verdadero, fue en el Aula de la Cámara, con roles ya consolidados e Palazzo Chigi y el Nazareno.
    A mediados de marzo, la presidenta del Consejo, Meloni durante un question tinme respondió a una interrogación de la secretaria del PD, Schlein. Tema: el salario mínimo. Choque encendido y flechazos recíprocos.
    El intercambio dialéctico se cerró en un modo inesperado; terminado el question time, la sesión suspendida, mientras Meloni y Schlein estaban abandonando el aula, las miradas de las dos se cruzaron. Un segundo de incertidumbre, luego Schlein alzó la mano, tímidamente, a modo de saludo. Meloni se sonrió -más o menos- luego fue a su encuentro. Veloz el apretón de mano y un saludo susurrado y recíproco: "Buen trabajo". (ANSA).