(ANSA) - WASHINGTON, 07 MAG - Al menos ocho personas
murieron, entre ellos tal vez niños, y otras nueve resultaron
heridas en un centro comercial en las afueras de Dallas tras el
ataque de un hombre armado con un fusil de guerra que terminó
siendo abatido a su vez por un policía héroe que evitó un número
mayor de víctimas.
Se trata de una nueva masacre masiva ocurrida en Estados
Unidos, la segunda más sangrienta después de aquella perpetrada
en California por el Año Nuevo Chino.
El centro comercial se encontraba abarrotado de miles de
personas, entre ellas muchas familias y amigos, que se
encontraban comprando y paseando por los negocios del lugar.
El último episodio de violencia armada en Estados Unidos
comenzó alrededor de las 15:30 del sábado en el outlet de Allen,
un centro comercial gigante con más de 100 tiendas y miles de
visitantes cada fin de semana.
Un hombre de unos 30 años, vestido con ropa militar oscura,
descendió de su automóvil gris en el estacionamiento del centro
comercial, se colocó su Ar-15 y comenzó a disparar al azar
contra la multitud, como se muestra en un impactante video que
circula en Twitter.
Tenía muchísimas municiones y más de 60 disparos de su arma
automática.
"No paraba", dijo un testigo que escuchó fuertes ruidos "de
explosiones" desde el interior del centro comercial.
El pánico se apodera del lugar, como lo documentan las
imágenes en las redes sociales de cientos de personas que huyen
o buscan refugio.
Por suerte, un policía que estaba en el centro comercial por
otra llamada, se da cuenta del atacante y lo termina abatiendo,
evitando así una carnicería aún más grave.
Luego pide refuerzos ante el temor de que el asesino pueda
tener algunos cómplices, al final no será así, pero aún quedó el
drama de ocho personas muertas, entre ellas quizás niños, y
nueve hospitalizados de entre 5 y 61 años.
Fuentes informadas dijeron al diario Washington Post que el
asesino del centro comercial de Texas tenía creencias neonazis y
supremacistas.
El hombre fue identificado con el nombre de Mauricio García,
de 33 años. La policía aún no reveló el motivo de la masacre y
no tiene programadas conferencias de prensa para hoy.
Según las fuentes, el hombre vestía una camiseta con las
iniciales 'Escuadrón de la muerte de derecha'.
Además del fusil de asalto y las municiones que portaba, en
su automóvil fueron encontradas varias armas. García vivía en un
hotel de Dallas en el momento del ataque, siempre según el
Washington Post.
Frente a esta tragedia, el presidente Joe Biden ordenó poner
las banderas a media asta en los edificios públicos en memoria
de las víctimas hasta el 11 de mayo, definiendo, por enésima
vez, la masacre como "un acto sin sentido".
"Una vez más, hago un llamado al Congreso para que apruebe
una legislación que prohíba las armas de asalto y los cargadores
de alta capacidad y que exija la verificación de antecedentes de
los compradores de armas. No necesitamos nada más para mantener
seguras a nuestras comunidades", fue el llamado del mandatario,
que desde el principio de su mandato ha sido presionar, en vano,
para que se retiren las "armas de guerra" de las calles
estadounidenses.
Ya ha habido más de 200 tiroteos masivos en Estados Unidos
desde principios de año. El último -hace cuatro días-, en un
hospital de Atlanta, pero la lista es muy larga.
Greg Abbott, el gobernador republicano de uno de los estados
más permisivos con el uso de armas, anunció que visitará el
lugar de la masacre y habló de una "tragedia indescriptible".
Pero no mencionó controles más severos sobre las personas y
límites estrictos.
Para Abbott y la mayoría de los republicanos o defensores
del derecho a portar armas, el problema es la salud mental de
los propietarios de armas. Un concepto que también había
expresado tras la masacre en la escuela primaria de Uvalde.
Desde entonces ha habido cientos de masacres, una de las
últimas siempre en Texas, cuando un hombre, que solía disparar
en su jardín por diversión, decidió masacrar a los vecinos que
le habían pedido un poco de tranquilidad porque atormentaba a su
hijo. (ANSA).
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