(ANSA) - MOSCU 21 FEB - Los servicios de inteligencia y los
medios de comunicación occidentales pronosticaron en varias
ocasiones, durante el último año, la inminente partida del poder
del presidente ruso, Vladimir Putin, víctima de una enfermedad
terminal o de una conspiración de palacio para derrocarlo, con
la esperanza subyacente de que esto conducirá al fin del
conflicto en Ucrania.
Pero es dudoso que, en ese caso, su lugar sea ocupado por un
líder más blando en política exterior y un defensor de la
apertura política interna.
De hecho, la ausencia de una oposición moderada y el ascenso
del ala ultranacionalista entre las filas de los insatisfechos
sugiere que un cambio en la cúpula correría el riesgo de
favorecer una línea aún más intransigente.
Yevgeny Prigozhin, jefe de la milicia privada de Wagner, y
Ramzan Kadyrov, líder de Chechenia, no escatiman críticas a los
líderes políticos y militares, fortalecidos por el apoyo a
menudo decisivo que sus tropas brindaron al ejército regular.
Como figuras acostumbradas a operar en la sombra, Prigozhin
y Kadyrov han asumido cada vez más los rasgos de figuras
públicas (el primero admite por primera vez que él es el
fundador de Wagner) y se colocan a la cabeza de muchos
nacionalistas decepcionados por el progreso del conflicto. Tanto
es así que algunos empiezan a pensar que también pueden tener
ambiciones políticas.
Todo esto se produce en ausencia de una oposición
democrática efectiva, gracias al mayor endurecimiento impuesto
por las autoridades con el lanzamiento de la denominada
"operación militar especial".
El inicio del conflicto, y luego la movilización parcial
decidida en septiembre, fueron recibidas con manifestaciones de
protesta en muchas ciudades, pero con un número limitado de
participantes, y fueron inmediatamente dispersadas por la
policía.
Según datos proporcionados por el conocido periodista Andrey
Kolesnikov en un artículo para Foreign Affairs, en 2022 hubo más
de 20.000 detenciones por motivos políticos.
Las autoridades judiciales han procesado a 378 personas en
base a la nueva ley que castiga con hasta 15 años de prisión a
quienes "difamen y difundan noticias falsas sobre las fuerzas
armadas". Es decir, impugnan la intervención en Ucrania. De
estos, 51 ya han sido condenados. La última víctima es el
periodista Aleksandr Nevzorov, condenado en ausencia el 1° de
febrero a ocho años de prisión.
Mientras tanto, los principales medios independientes, como
Novaya Gazeta, la radio Echo de Moscú y la web Meduza, tuvieron
que cesar su actividad en Rusia.
Esto contribuye, pero no es suficiente para explicarlo
completamente, a la falta de interés que la mayoría de los rusos
muestran en las actividades de sus oponentes, incluido el más
conocido en Occidente, Alexei Navalny, quien lleva dos años en
prisión, pero continúa atacando al gobierno a través de las
redes sociales.
Según una encuesta del centro independiente de estadísticas
Levada, en enero hubo incluso un ligero aumento de quienes
apoyan la operación militar, llegando al 75% de la población
(45% más convencidos, 30% más tibios).
No solo eso: el 71% dice que Rusia ganará al final, incluso
si el conflicto será largo. Pero lo que llama la atención es el
sustancial desinterés por lo que está pasando. Sólo el 22% dice
seguir el conflicto "muy de cerca", otro 35% dice seguirlo
"bastante de cerca".
Los "duros y puros" siguen hacieendo oír su voz disidente.
Como Igor "Strelkov" Girkin, un veterano condenado a cadena
perpetua en Holanda por el derribo del vuelo MH-17 de Malaysia
Airlines en 2014, que denunció lo que llamó "la total pasividad
de las autoridades militares y políticas de Rusia".
Pero Kadyrov y Prigozhin -este último ya considerado un muy
fiel seguidor de Putin- van más allá, con intervenciones
directas en el plano político. Prigozhin criticó a las
autoridades por no prohibir YouTube. Kadyrov ha pedido que se
declare la ley marcial.
El Kremlin no ha ocultado su irritación.
"A veces, nuestros amigos se comportan de tal manera que no
necesitamos enemigos", dijo el portavoz Dmitry Peskov.
En tanto, las elecciones presidenciales de 2024 se
vislumbran en el horizonte, con Putin, ya septuagenario, que aún
no ha dejado claro si pretende presentarse como candidato a un
quinto mandato. (ANSA).
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