(ANSA) - ROMA, 06 FEB - El cuerpo sin vida está envuelto en
una manta roja. El padre lo sostiene en sus brazos, como si
todavía quisiera proteger a esa criatura que ya no se mueve. No
existe un término para describir la muerte de un hijo, pero esas
lágrimas que gritan escondidas bajo una capucha parecen darle
una imagen trágica.
El terremoto se llevó todo. Incluso la vida de los más
pequeños. La imagen simbólica de esta tragedia proviene de
Jindayris, una ciudad del noroeste de Siria, pero podría haber
sido recogida en uno de los muchos lugares donde en estas horas
se han acumulado las miles de víctimas del terremoto que asoló
el sur de Turquía y las regiones vecinas de Siria.
Un desastre sin precedentes, el mayor desde 1939, según
informó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Una calamidad
de la que, sin embargo, alguien logró salvarse.
Si, por un lado, está el dolor por el padre que tiene en sus
brazos a su hijo que acaba de fallecer, por otro hay destellos
de luz por las vidas que se han salvado. La esperanza proviene
de dos niñas pequeñas rescatadas vivas de los escombros.
La primera es llevada en brazos de los rescatistas aún en
pijama. Hay sangre por toda su cara y ropa. El terremoto llegó
de noche, a las 4.17 hora local, tomando a todos por sorpresa.
Incluso ese bulto que pesa unos kilos: en los pies solo lleva
calcetines mientras pasa de brazo en brazo entre los hombres que
la llevan a un lugar seguro. Podría tener dos años o un poco
más.
La otra chica es mayor. Se aferra con todas sus fuerzas a
los brazos de los rescatistas que la sacan a rastras del hoyo
donde quedó, casi sumergida entre los escombros. Está descalza y
cubierta de polvo de pies a cabeza. Pero está viva.
Se cava hasta con las manos para buscar sobrevivientes.
Otros dos niños muy pequeños son extraídos vivos en otra zona
del país, en medio de los festejos de quienes los salvaron.
Las operaciones de rescate continúan ininterrumpidas, se
estima que muchas personas siguen bajo los escombros de los
miles de edificios que se han derrumbado. En estos casos, la
oportunidad de las intervenciones se convierte en un factor
fundamental: de ello depende la vida de muchas personas que aún
corren peligro. Por esta razón, las ONG ya han tomado medidas.
Los Cascos Blancos de Siria declararon el estado de
emergencia en el noreste del país y ha lanzado un llamamiento a
las organizaciones humanitarias internacionales para que
intervengan con ayuda rápidamente. (ANSA).
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