(ANSA) - WASHINGTON, 01 DIC - Las dos primeras damas Brigitte
Macron, de Francia, y Jill Biden, de Estados Unidos, mantienen
una amistad sincera, fundada en una pasión común por la
enseñanza, Italia y la literatura, considerado un caso único en
el panorama internacional.
Se trata de un vínculo comparable al de dos hermanas,
definió la primera dama estadounidense tras su encuentro en
octubre del año pasado en el G20 de Roma durante el cual, más
allá del programa oficial, las dos esposas de los mandatarios
Emmanuel Macron y Joe Biden, encontraron tiempo para una cena
íntima en un restaurante de la capital.
No estaban solos en Washington, pero la foto tomada por los
paparazzi afuera del restaurante italiano en el elegante barrio
de Georgetown, donde los Biden y Macron tuvieron una cena
informal antes de la velada oficial en la Casa Blanca, es una
síntesis perfecta de la armonía entre Jill y Brigitte: las dos
mujeres tomadas del brazo, sonrientes y cómplices, como dos
amigas al final de la velada.
La primera dama estadounidense tiene 71 años, la francesa 69,
y también comparten la profesión de docente.
Jill sigue siendo profesora de inglés en la Universidad
pública de Virginia, mientras que Brigitte fue durante años
profesora de literatura y teatro en un instituto donde más tarde
conoció a quien fue su futuro marido.
Es precisamente la docencia, como reveló la esposa de Joe
Biden, la que las "conectó de inmediato" en Roma.
Una "velada maravillosa" vivida en el restaurante Il
Marchese de la capital italiana por las dos señoras que, al
salir del local, con sus trajes azul marino y tacones altos,
podrían pasar realmente por hermanas.
De carácter fuerte, Brigitte y Jill son también la columna
vertebral de sus respectivas familias, las consejeras más
confiables y las únicas confidentes de sus maridos que consultan
con ellas antes de cualquier decisión importante. Empezando por
la repostulación de ambos para la presidencia.
En Washington, además de la cena en "Fiola Mare" con sus
esposos, las primeras damas quisieron reunirse con un grupo de
estudiantes de la escuela internacional de Silver Spring en el
museo de idiomas para subrayar la importancia de la "narración".
Y un relato es también la cena de gala ofrecida en la Casa
Blanca que Jill concibió como "un acto de amor, una forma de
conectar a través de un lenguaje que trasciende las palabras".
Desde la langosta de Maine hasta los quesos de Oregón, el
banquete diseñado por el chef Cris Comerford es un tributo a la
excelencia estadounidense, pero con una atención a la invitada
de honor.
Los vinos, estrictamente estadounidenses, se servirán en
cáliz y copas de fabricación francesa y las decoraciones fueron
inspirados en los colores rojo, blanco y azul de las banderas
estadounidense y francesa y en "nuestros valores comunes:
libertad y democracia, igualdad y hermandad", dijo la primera
dama estadounidense. (ANSA).
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