Es una especie de "apartheid silencioso" recordado con testimonios, escenas de películas y reportajes periodísticos, entrevistas, imágenes de archivo, sobre la vida de los inmigrantes (especialmente italianos).
"Había cabinas telefónicas y estaciones de tren donde a veces dormíamos, porque era muy difícil encontrar alojamiento, sobre todo nada más llegar. Chozas utilizadas como viviendas colectivas en condiciones higiénicas precarias (escenarios también evocados por las canciones de Giovanna Marini). Lugares donde estaba prohibida la entrada a los italianos o donde se encontraban escritos 'suizos a la derecha, extranjeros y perros a la izquierda'", recuerda uno de los entrevistados, Giuseppe, de 80 años.
"El trabajo de investigación duró tres años - explicó el cineasta a ANSA -. Mi equipo de colaboradores es joven y muchos de ellos no sabían nada de lo sucedido. Me sorprendió lo mucho que se olvidaron estas historias. Creo que la razón principal está ligada al hecho de que muchos inmigrantes italianos ya no quieran hablar de lo que vivieron, prefieran dejarlo en el pasado".
Un ámbito social, el del cine de no ficción (producido por Dschoint Ventschr Filmproduktion y Casa delle Visioni con Srf Radiotelevisión Suiza) combinado con el personal del propio cineasta (sus partes biográficas están representadas en animación), nacido en Bagdad y que llegó a Suiza con su familia en los años 60.
Un camino que le convirtió primero en testigo y víctima de episodios de racismo y luego en compañero de lucha en las batallas sociales cotidianas de los inmigrantes.
Un mundo, el del documental, que pasa, volviendo a hace 60 años, por los hijos de inmigrantes que tuvieron que esconderse en sus casas sin poder salir ni mirar por la ventana (los llamados niños del armario) debido a que las reuniones familiares permanecieron prohibidas durante mucho tiempo.
Se registraba un racismo social propio de muchos políticos, incluido un referéndum en 1970 (que no duró mucho) que pedía limitar el número de extranjeros al 10% de la población (habría llevado a la expulsión de más de 300.000 inmigrantes).
Fue una década, sin embargo, en la que también llegaron vientos de cambio, con migrantes capaces de unirse y organizarse a nivel social y sindical. Con el punto de inflexión de los años 80, la ropa y la comida italianas se pusieron cada vez más de moda y ganaron un amplio espacio en el estilo de vida de los suizos.
Llegando finalmente a la actualidad, en la que muchos de los mismos errores y prevaricaciones se repiten hacia los inmigrantes de otros países (incluso en Italia, como se recuerda con una sección dedicada a la revuelta de los trabajadores en Rosarno).
"Es uno de los puntos centrales de la película, a nivel mundial es como si no hubiésemos aprendido la lección, seguimos excluyendo - subraya Samir -. Hoy Suiza es un país profundamente cambiado, es uno de los lugares donde coexisten múltiples culturas en armonía, pero por ejemplo hay leyes que limitan severamente la posibilidad de naturalizarse".
La esperanza para el cineasta "está en las nuevas generaciones que son muy activas en temas sociales, también lo veo en mi hija".
Mientras tanto, mientras habla, una señora suiza, hija de inmigrantes italianos, se acerca al director y le agradece la película: "Vi mucho de lo que pasaron mis padres...".
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