Quienes se beneficiaron de ello, incluso en el escenario durante los pasajes más significativos y difíciles de la actuación, fueron sobre todo los cantantes liderados por Jessica Pratt, una Bianca impecable tanto a nivel vocal como interpretativo, capaz de llegar brillantemente al final de un trabajo agotador que la ve incesantemente en el escenario durante tres horas.
Un aplauso convincente también fue para Dmitry Korchack (Contareno), un reputado tenor del festival, así como para Aya Wakizono (Falliero), que debuta en el papel, que afronta con cada vez más confianza a medida que avanza el espectáculo, provocando un largo aplauso al comienzo del segundo acto.
También fueron muy apreciados Giorgi Manoshvili (Capellio), Nicolò Donini (Priuli), Carmen Buendìa (Constance) y Dangelo Diaz (Canciller). Consenso también para el maestro Roberto Abbado en el podio de la Orquesta Sinfónica Nacional Rai.
Pero, a pesar de la excelente actuación del elenco y del Coro del Teatro Ventidio Basso, presente en ocho números de los 11 de la partitura, los cantantes no fueron llamados a subir al escenario tras el cierre del telón, tal vez por la propia naturaleza. de la ópera de Rossini, bastante tradicional y con raros giros, y dirigida por Jean-Louis Grinda, que no convenció a todos.
Este último, que debuta en el título y en el festival, quiso situar la historia que en el original transcurre en la Venecia del siglo XVII, en el contexto de las luchas contra España que culminaron con la conspiración de Bedmar (1618), entre las décadas de 1940 y 1950 del siglo XX.
Una pantalla colocada en el escenario que transmite imágenes de guerra referentes a esa época, sirve para establecer al principio el clímax de la representación que de otro modo se produce gracias a paneles móviles que simulan las paredes de una casa entre el palacio de Bianca y la plaza de San Marcos, indicada esta última con una proyección de video al fondo del escenario.
Aquí, entre personajes vestidos con trajes de los años cincuenta (vestuarios de Laurent Castaingt), se desarrolla el amor disputado entre el impetuoso vencedor del Falliero español y la bella Bianca que su padre Contareno prometió por interés personal al rico Capellio.
Falliero intenta impedir su matrimonio y va en secreto a visitar a la bella pero, ante la inesperada llegada de sus padres, escapa imprudentemente a través de la pared del cercano edificio de la embajada española y es acusado de traición y condenado a muerte.
Luego será indultado gracias a la intervención de su amada con un final feliz inesperado, que según Rossini responde mejor a las expectativas del público. Pero no según Grinda quien, explicando su posición en una reunión, declaró incongruente el cambio psicológico de Contareno, verdadero padre dominante y miembro del Consejo que debe juzgar a Fallerio.
Por eso hizo aparecer entre los personajes de la obra a la madre de Bianca, casi un fantasma plegado a los deseos de su marido, para ejemplificar el destino desafortunado de la futura esposa y su hija, que vivirían un final feliz no en la realidad sino en su imaginación.
Sin embargo, en el escenario, este cambio no se percibe claramente y la actuación sigue siendo una oportunidad de buen gusto para una gran demostración de talentos del bel canto.
Las repeticiones del espectáculo tendrán lugar los días 11, 14 y 19 de agosto.
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