En Italia, el mundo laboral todavía se caracteriza por muchas dificultades para las mujeres, tanto que una de cada cinco acaba dejándolo tras convertirse en madre. De hecho, Italia ocupa el último lugar de la Unión Europea en cuanto a tasa de empleo femenino.
Menos remuneradas que sus colegas masculinos, a menudo son precarizadas y se desempeñan en sectores poco estratégicos y con pocos servicios disponibles que les ayuden a conciliar vida y trabajo.
La imagen surge de un expediente del Servicio de Estudios de la Cámara de Diputados, que destaca "una serie de perfiles críticos".
En primer lugar, vista en el contexto europeo, la tasa de empleo femenino en Italia "parece ser -según datos del cuarto trimestre de 2022- la más baja entre los Estados de la UE, estando aproximadamente 14 puntos porcentuales por debajo de la media (el 55%, frente al 69,3% en la UE)".
En cuanto a la situación en Italia, se observa "una brecha también en la relación entre la población masculina y femenina en el mundo del trabajo", ya que hay alrededor de 9,5 millones de mujeres ocupadas, frente a 13 millones de hombres con trabajo.
Además, una de cada cinco mujeres abandona el mercado laboral después de la maternidad: un aspecto que, se señala, "es de particular relevancia, ya que indica la dificultad de las mujeres para conciliar las necesidades de la vida con el trabajo".
De hecho, la decisión de dejar el trabajo está determinada para más de la mitad de las mujeres (52%), por necesidades de conciliación y para un 19% por consideraciones económicas.
La educación, sin embargo, "se confirma como un factor protector del empleo de las mujeres con hijos pequeños": de hecho, con un mayor nivel de educación, la diferencia de empleo entre madres y no madres es muy baja.
Pero el empleo femenino también se caracteriza por "una acentuada brecha salarial de género".
Según los últimos datos de Eurostat, la brecha salarial media (la diferencia en el salario bruto por hora entre hombres y mujeres) es igual al 5% (por debajo de la media europea, que es del 13%), mientras que la global (la diferencia entre la media anual) es igual al 43% (por encima de la media europea que, en cambio, es igual al 36,2%).
En 2022, el salario medio anual fue "constantemente superior" para los hombres, destaca el estudio, citando datos del INPS (Instituto Nacional de Previsión Social): 26.227 euros para los hombres frente a 18.305 euros para las mujeres, con una diferencia de 7.922 euros.
Finalmente, desde el punto de vista de las características del trabajo realizado, la baja participación de las mujeres en el trabajo está determinada por diversos factores, como la reducción del empleo, en gran medida precario, en sectores poco rentables o poco estratégicos y una clara prevalencia del tiempo, lo que afecta a poco menos del 49% de las mujeres ocupadas (frente al 26,2% de los hombres).
Por último, cabe señalar cuestiones críticas en materia de servicios que podrían ayudar a las mujeres a conciliar vida y trabajo, como el cuidado de los niños: la oferta de guarderías se está recuperando tras la pandemia (+1.780 plazas), "pero las solicitudes de inscripción están en gran medida insatisfechas, especialmente en el sur".
Con una penalización mayor para las "familias más pobres, tanto por el coste de las matrículas como por la falta de escuelas infantiles en diversas zonas del país".
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