(ANSA) WASHINGTON - Podría bastar con un desliz o una respuesta acertada para decidir el resultado del debate televisivo del martes por la noche entre Kamala Harris y Donald Trump. Y tal vez también de las elecciones estadounidenses, que tendrán lugar en menos de dos meses.
Ambos rivales están prácticamente empatados en las encuestas, y el duelo televisivo, potencialmente el único de esta campaña, podría ser decisivo para dar un impulso a uno de los dos.
Los archivos están llenos de momentos memorables que han marcado los enfrentamientos entre candidatos presidenciales: desde el irónico comentario del entonces presidente de 73 años, Ronald Reagan, contra su contrincante de 56 años, Walter Mondale ("no aprovecharé con fines políticos la juventud y la inexperiencia de mi oponente") hasta la frase contundente de Trump en el último desastroso debate de Joe Biden ("realmente no sé qué dijo al final de esa frase, creo que ni él lo sabe").
Mientras tanto, se define la estrategia previa al debate. En una entrevista radial, Kamala dijo esperar del expresidente "mentiras y ataques personales", según el "viejo guion" utilizado contra el expresidente Barack Obama y la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
"No tiene ningún límite en su bajeza y debemos estar preparados", advirtió, y anticipó que pretende presentarlo como un "hombre que lucha por sus propios intereses, no por los estadounidenses", y centrarse en la unidad del país.
Trump, por su parte, la atacó en redes sociales y la acusó de todo, desde la invasión de migrantes hasta la catastrófica retirada de Afganistán. Además, amenazó con "largos años de prisión" para quienes hagan trampas en las elecciones.
Ambos adversarios, que hasta ahora no se han enfrentado cara a cara, subirán al escenario de la cadena ABC a las 21 horas del martes en Filadelfia, la cuna de la democracia estadounidense, en el crucial estado indeciso de Pensilvania, el primer estado en votar de forma anticipada el 16 de septiembre.
Harris llegó el lunes después de haberse preparado meticulosamente durante cuatro días con simulacros de debate en un hotel de Pittsburgh, otra ciudad clave del estado.
Trump, en cambio, llegará el martes, solo unas horas antes del debate, tras varias entrevistas televisivas en los últimos días y algunas sesiones de entrenamiento improvisadas.
De pie y sin notas o papeles, con el micrófono apagado cuando no sea el turno de hablar, el debate enfrentará a una mujer de color de 59 años, hija de inmigrantes, con un millonario blanco de 78 años, a una exfiscal y al único expresidente con antecedentes penales, a la "camarada Kamala" y el "extraño Donald", a una cara sonriente y contagiosa y a un semblante siempre ceñudo.
Pero la verdadera batalla será sobre los temas: aborto y derechos civiles, frontera e inmigración, políticas económicas y fiscales, las guerras en Gaza y Ucrania, y quizás también los veteranos y la caótica retirada de Kabul, que ha vuelto a estar en el centro del debate con acusaciones mutuas.
Para Harris, que hasta ahora ha dado solo una entrevista (con su candidato a vicepresidente), será una oportunidad para que el gran público la conozca mejor (el 28% quiere saber más de ella, frente al 9% de Trump) y para definir su nueva imagen, distanciándose de Biden (el 61% quiere ver "cambios importantes" tras esta presidencia), pero sin darle la espalda.
Para Trump, que domina la televisión y tiene más experiencia (con seis debates presidenciales a sus espaldas), el reto será controlar su instinto de insultar y agredir, algo que le resulta aún más difícil con las mujeres.
El riesgo es el autosabotaje, aunque el micrófono apagado le será de ayuda. "La dejaré hablar", ha prometido. En cualquier caso, serán dos estilos personales y dos visiones de Estados Unidos completamente opuestas.
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