Se trata del compromiso entre los miembros del Banco Central Europeo (BCE) alcanzado por su presidenta, Christine Lagarde: relajar la austeridad monetaria ante el empeoramiento del crecimiento y abandonar la entonación restrictiva de la política monetaria. Pero sin rasgaduras, por lo tanto, excluyendo por ahora un corte más robusto de medio punto porcentual.
Los equilibrios en el Consejo de Gobierno produjeron lo que los inversores esperaban desde hacía semanas: un cuarto recorte de las tasas de interés por 25 puntos básicos desde que el BCE comenzó a relajar la política monetaria la pasada primavera, idéntico a los de junio, septiembre y octubre, situando el tipo de depósito en el 3%.
"Hubo un debate en el que algunos propusieron considerar un recorte de medio punto, pero al final hubo una decisión unánime de que 25 puntos básicos representaban la justa decisión", explicó Lagarde.
La declaración final y las palabras de la jefa del BCE abandonan la fórmula según la cual el BCE "mantendrá las tasas de referencia en niveles suficientemente restrictivos".
Una señal de que el BCE pretende al menos avanzar hacia una política neutral, si no expansiva, como piden las "palomas", llevando las tasas a un nivel que Lagarde cuantificó "justo por encima" del 2%: los economistas esperan que se alcance en junio de 2025 .
Un enfoque con balance, que hace de Milán la bolsa de valores que en Europa lo hace mejor (+0,36%) pero penaliza a los BTP, cuyo rendimiento se eleva a 16 puntos básicos hasta el 3,35%.
En Frankfurt se tuvieron en cuenta las peticiones de las palomas para dar más oxígeno al crecimiento, pero también la prudencia de los "halcones".
Por un lado, hay una recuperación de la economía de la zona euro "más lenta de lo previsto" y los indicadores más recientes que apuntan a un PIB negativo en el cuarto trimestre, con Francia atrapada en la crisis política, Alemania en recesión e Italia con crecimiento cero en el trimestre de verano.
El crecimiento previsto por el BCE para la zona euro se detiene así en el 0,7% en 2024 (desde el 0,8% de septiembre), el 1,1% en 2025 (desde el 1,3%) y el 1,4% en 2026 (desde el 1,5%) y se desplaza al 1,3% en 2027.
El objetivo de inflación sostenible del 2%, aunque Lagarde señaló que "no es aún misión cumplida", está ahora a la vista, ya que las estimaciones se recortan al 2,1% para 2025 y al 1,9% para 2026.
Cifras que, sobre la base de los contratos derivados sobre los terminales Bloomberg, dan un recorte de 50 puntos básicos como principal expectativa de los inversores para la reunión del BCE del 30 de enero.
"No pienso en ello, la verdad", es la prudente respuesta de Lagarde. Aunque "las cosas cambian con el tiempo, dependiendo de los datos" y "muchas cosas se aclararán en los próximos meses, no en las próximas semanas".
Una posición prudente que disgusta a quienes, entre los políticos italianos, pedían un BCE más audaz.
Incluso el presidente de la cámara de industrias (Confindustria), Emanuele Orsini, había pedido "más coraje" al BCE porque avanzar a un ritmo de un cuarto de punto cada vez "no es suficiente" frente a una crisis industrial que mantiene a la industria manufacturera en recesión desde hace casi dos años.
Para Lagarde, la cuestión de un mayor estímulo al crecimiento "debería planteársele a otro", es decir, a los gobiernos nacionales que tienen en sus manos las palancas del presupuesto y las de la política industrial que deberían abordar la crisis estructural del automóvil.
El BCE ya está bastante ocupado en estabilizar la inflación, donde los efectos de los aranceles prometidos por Trump están por descifrar: en conjunto serían alcistas sobre los precios, lo que explica en parte la prudencia.
Otra parte viene dada por la voluntad de o recortar todo de inmediato, si no de dejar margen de maniobra si se materializan riesgos globales. Y luego está el tipo de cambio euro-dólar, con el euro ya a un paso de los mínimos de más de dos años y justo por encima de la paridad.
Una posible aceleración en enero o marzo del ritmo de los recortes de tipos "está subordinada al hecho de que la fase de fortaleza del dólar se detiene después de la toma de posesión de Trump el 20 de enero", afirma el jefe de estrategia global de Intermonte, Antonio Cesarano.
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