Esta es una de las conclusiones de un estudio de Paolo Pellizzari, profesor del departamento de Economía de la Universidad Ca' Foscari Venecia, que explica el impacto de las noticias falsas en el curso del mercado.
El trabajo, publicado en la revista Journal of Ecomomics and Statistics, está escrito en colaboración con Frank Westerhoff y Sarah Mignot, de la universidad de Bamberg (Alemania).
En teoría, los precios deberían "representar" la síntesis de todas las informaciones que tienen los operadores de los mercados pero es evidente cómo, en tiempos recientes, la cantidad de información potencialmente disponible aumentó sin medida y su fiabilidad disminuyó.
Este "diluvio de información" y la presencia de post, historias, artículos y twits distorsionados, tendenciosos o simplemente falsos, lleva a muchos a descuidar del todo la verificación de las informaciones y a discernir las verdaderas de las falsas.
En este contexto suceden tres cosas: los precios se "desacoplan" poco a poco de los fundamentos de la economía y se vuelven menos significativos (por ejemplo, a un precio alto no corresponde alta calidad, y viceversa), y se produce una caída generalizada de los precios de las actividades económicas y financieras porque una especie de "niebla informativa" cubre el verdadero valor de los títulos.
Por último, muchos agentes se limitan a utilizar estrategias de adquisición simples, sin ningún tipo de planificación a largo plazo, dejándose por ejemplo influir por modas pasajeras y otros "espejismos".
Paradójicamente, también noticias exageradamente buenas o favorablemente de parte aumentan los rumores que rodean al título, y terminan por producir confusión.
Luego hay situaciones en las que la inestabilidad que fue inducida se vuelve permanente y el precio, que antes era estable, comienza a oscilar también ante la ausencia de noticias.
Es como si los agentes se hubiesen "infectado" por la duda, y el trauma no se fuera ni siquiera después de que el virus ya no se difunde.
Dar una mayor información a los agentes sobre la fiabilidad de lo que leen aumenta todavía más la carga de informaciones a digerir y, de forma perversa, podría llegar a empeorar las cosas ante la falta de una planificacion precisa de la intervención.
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