El mediocampista Edoardo Bove, protagonista indeseado de uno de los momentos más dramáticos en el campeonato italiano al desvanecerse en el duelo suspendido a los 17 minutos entre Fiorentina e Inter el 1 de diciembre, volvió hoy al fútbol, pero como árbitro de un partido informal que cerró una nueva práctica del plantel de Florencia.
Bove, de 22 años, permanece cerca de sus compañeros hoy reunidos en el Viola Park a las órdenes del entrenador Raffaele Palladino, desde que recibió el alta médica tras pasar varios días en terapia intensiva y de haberle sido implantado un desfibrilador subcutáneo removible, razón por la cual su regreso al fútbol, al menos en Italia, sigue siendo una incógnita.
Mientras aguarda por saber si podrá volver a jugar al fútbol (en la Serie A no son autorizados los jugadores implantados como él), Bove colabora con el cuerpo técnico de Fiorentina, que también integró el 23 de diciembre cuando su equipo enfrentó a Udinese y cayó por 2-1 en el estadio Artemio Franchi.
Desde que Bove falta en el equipo, sus compañeros no parecen levantar cabeza y habían caído por 1-0 en campo de Bologna previo a aquella derrota en Florencia, tras la cual lograron un agónico empate en dos goles frente a Juventus en Turín y luego cayeron por 3-0 frente al Napoli, actualmente único líder del torneo, el pasado fin de semana.
Para disimular la ausencia de Bove, Fiorentina sumó a Michael Folorunsho, quien llegaría procedente justamente del Napoli a Florencia (a préstamo con obligación de compra por entre ocho y nueve millones de euros) entre el jueves y el viernes para someterse a los controles médicos de rigor antes de firmar su contrato.
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