Italia despide con dolor hoy a Lea Pericoli, la "Divina" del tenis nacional, como la bautizara Gianni Clerici por la elegancia que transmitía en la cancha y en la vida, fallecida a los 89 años de edad y llorada no solo por el "deporte blanco".
Número uno del tenis "azzurro" durante 14 años (1959-1976) y ganadora de 27 títulos a nivel nacional en individuales, doble femenino y doble mixto, Pericoli se caracterizó justamente por esa elegancia distintiva que la acompañó hasta sus últimos días de vida.
Nacida el 22 de marzo de 1935 en Milán, crecida en Etiopía, país al que llegó a los dos años junto con su madre Jole por cuestiones relacionadas con el trabajo de su padre Filippo, Lea dio sus primeros pasos en el tenis en Addis Abeba, en una cancha construida justamente por su padre.
Su pasión por este deporte continuó cuando se mudó a Kenia para completar sus estudios, pero fue hasta los 17 años, cuando estando de vacaciones en Versilia, donde daba clases el padre de Paolo Bertolucci, que se encendió su pasión y su amor por el tenis y se convirtió en su profesión.
"Quien pretende ser campeón debe luchar una guerra permanente y el tenis es un deporte que me formó y me enseñó mucho", reconocería años más tarde.
De regreso en Italia, alternó la práctica de ese deporte con su trabajo como secretaria de una firma de exportaciones e importaciones de Milán, que sin dudas también influyó en esa elegancia que desplegaba en cancha.
Era habitual verla vestida con faldas de avestruz, visones, pétalos de flores y prendas de diseño que la hicieron ganarse las portadas de los medios tanto como sus éxitos deportivos, que la convirtieron en una pionera del tenis moderno.
Cuatro veces alcanzó los octavos de final en Roland Garros (1955, 1960, 1964 y 1971, fue semifinalista también en el doble y el doble mixto) y otras tres en Wimbledon (1965, 1967 y 1970, jugó cuartos de final en el doble) en sus actuaciones más destacadas en torneos de Grand Slam con un juego que combinaba también tenacidad y combatividad.
Un estilo con el que conquistó este deporte, del que se retiró a los 40 años de edad tras haber disputado 29 partidos con el equipo "azzurro", logrando ocho triunfos en individuales y otros seis en dobles, pero por sobre todo contribuyó de manera determinante como pocos a que el tenis ganase popularidad en Italia.
Por aquellos años, el tenis no repartía los premios millonarios que hoy reparte y las mayores aspiraciones eran ganarse una invitación para jugar algún torneo con los gastos de viaje pagos, aunque para Lea parecía ser suficiente, pues, en una entrevista que ofreció en los '80 confesaba: "Eran tiempos de mucha alegría, de deseos de vivir y de vencer al hambre".
Ya consagrada, Pericoli nunca negó que su popularidad también respondía a las prendas extravagantes que la distinguían del resto, muchas de las cuales eran del diseñador inglés Ted Tinling y aún hoy se exhiben en el museo "Victoria and Albert" de Londres.
Lea, sin embargo, solía admitir también que no era conveniente exagerar, especialmente cuando enfrentaba a oponentes del calibre de "Billie Jean King" porque -decía- "si pierdes con un vestido demasiado atrevido, la prensa te crucificará".
Tras colgar la raqueta, Lea tomó el micrófono (fue la primera mujer en comentar un partido de tenis por TV en Telemontecarlo) y también brilló con una máquina de escribir para desplegar su magia en crónicas periodísticas que la destacaron por su profesionalismo y buen gusto en las páginas de "Il Giornale", tras haber sido descubierta por Indro Montanelli.
Fue, además, una apasionada por el golf, pero por sobre todo símbolo de la lucha contra el cáncer, enfermedad a la que logró derrotar mientras aún brillaba como tenista, como sucedió en 1973 cuando reconquistó el título italiano apenas seis meses después de someterse a una cirugía por un carcinoma en el útero, y como debería hacerlo en 2012, al serle detectado un cáncer de mama.
Su legado quedará para las próximas generaciones, como reconoce hoy el presidente de la Federación Italiana de Tenis y Padel (FITP), Angelo Binaghi, al enviarle sus condolencias a los familiares "en este momento de profundo dolor".
"Ella fue una hermana para mí, una compañera de vida. No tengo palabras para expresar lo que siento", comentó con la voz entrecortada y en diálogo telefónico con ANSA tras conocerse la noticia Nicola Pietrangeli, otra de las máximas leyendas de la historia del tenis italiano.
"La última vez que la vi fue hace un año en el ATP Finals de Turín. Después, Lea se encerró un poco en sí misma", recordó Pietrangeli, conmovido al confesar: "Sufro porque no podré ir a su funeral y sé que me criticarán por eso, pero espero que la gente me entienda".
"Juntos recorrimos mares y montañas y vivimos miles de anécdotas. Podría hablar de ella durante horas. Fue una gran mujer, no solo bella, sino con clase", recordó Pietrangeli, al destacar: "Nunca tuve hermanos o hermanas y ella lo fue para mí".
Pericoli y Pietrangeli compartieron los años del "boom" económico que llegó tras los padecimientos de la Segunda Guerra Mundial y que quedó plasmado en ese "italian style" que se expresaba en los automóviles lujosos de Ferrari, el cine y en Inter y Milan conquistando la por entonces Copa de Campeones.
Lea y Angelo encarnaron ese mismo estilo en el tenis, con su "glamour", su gloria y su fama.
"Lea signó la historia del deporte y su forma de contarlo. Era dueña de un estilo inigualable que transmitió en cancha y en la vida cotidiana. Fue única en su género", coincidió el ministro de Deportes, Andrea Abodi, al expresar su dolor por el deceso de Pericoli y considera que "este es un día muy triste para el deporte" "Una tristeza infinita", dijo sentir el presidente del Comité Olímpico Italiano (CONI), Giovanni Malagó, al anunciarse la noticia del fallecimiento de Lea, a quien describió como "la señora del tenis italiano y del deporte en nuestro país, que seguramente la recordarán como se merece al reconocerle todo lo que nos ha dado".
"Lea Pericoli dejó una huella en la historia del tenis, en Milán y en el deporte y siempre será recordada con afecto y con orgullo", coincidió Giuseppe Sala, alcalde de Milán, su ciudad natal.
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