(ANSA) - PARIS, 28 OTT - Ya era una apuesta, ahora corre el
riesgo de convertirse en una pesadilla para los organizadores:
la sombra del terrorismo crece sobre los Juegos Olímpicos de
París 2024, un desafío sin precedentes para competiciones y
ceremonias "fuera de los estadios", entre la gente, en los
lugares emblemáticos de la ciudad.
A nueve meses del gran acontecimiento que devolverá los
Juegos a París después de 100 años, todo parece poder ponerse en
duda. El plan antiterrorista Vigipirate -el sistema nacional de
alerta en Francia, creado en 1978 por el presidente Valéry
Giscard d'Estaing- alcanzó el nivel más alto después del 13 de
octubre, con el asesinato del profesor Dominique Bernard, en
Arras. Una alarma confirmada pocos días después por el homicidio
de dos suecos en Bruselas.
La amenaza de los islamistas radicalizados y el contexto
internacional plantean dudas y preguntas sobre la idoneidad de
un desafío a la seguridad que hoy parece demasiado arriesgado.
Lo que quitó el sueño a los organizadores y a las
autoridades fue la faraónica ceremonia de inauguración deseada
por Emmanuel Macron, con 150 barcos que desfilarán por el Sena
desde el este de París hasta la Torre Eiffel, durante más de 3
horas. Todas las delegaciones presentes, decenas de miles de
deportistas, personalidades y autoridades encontrarán espacio en
los 150 barcos, que ya ensayan para las arduas maniobras que se
verán obligados a realizar.
Si el sistema de seguridad era un enigma, con 35.000
gendarmes y policías, departamentos especializados y guardias
privados ya anunciados, ahora resulta difícil imaginar un mayor
esfuerzo. Todo eso durante tres horas y media, ante un público
que oscilará -entre las orillas baja y alta del Sena- entre
800.000 y un millón de personas.
"Este contexto de tensión extrema, con amenazas, de alguna
manera está presente desde el inicio de esta aventura", afirmó
el jefe del comité organizador, Tony Estanguet, descartando por
el momento la existencia de un plan B.
Una eventualidad ni siquiera oficialmente fue tenida en
cuenta por el Ministerio del Interior, que subraya cómo "la Copa
del Mundo de Rugby se desarrolló perfectamente, en un contexto
de medidas de seguridad de altísimo nivel".
En concreto, se está pensando en aumentar el número de
personal de seguridad más allá de cualquier umbral imaginable
hasta el momento, con el ejército apoyando a la policía y a los
gendarmes. Y añadir equipos de guardias privados con hasta
20.000 agentes.
Al ex Ministro de Deportes y ex deportista olímpico de
judo, David Douillet, que expresó la necesidad de preparar "un
plan B" en caso de que la situación resultara demasiado
arriesgada, la actual Ministra de Deportes, Amélie
Oudéa-Castéra, respondió que "la ceremonia de apertura deberá
celebrarse en el Sena" porque "es importante mantener las
ambiciones".
Como máximo, añadió, será posible "ajustar algunas
variables", en primer lugar la del número de espectadores, que
parece destinado a disminuir significativamente.
Sin embargo, según fuentes de Le Parisien, en reuniones
reservadas a los más altos niveles de la organización y del
gobierno circulan hipótesis que llegan incluso a un desfile por
el Sena pero sin audiencia o un traslado al Estadio de Francia,
volviendo así a una ceremonia tradicional, como en todas las
demás ediciones de los Juegos Olímpicos.
Oficialmente, la hipótesis de un traslado de la ceremonia
todavía está descartada. (ANSA).
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