El reporte de NIF, que forma parte del proyecto intitulado "Demos una patada al racismo y a la violencia en los estadios", se conoció días después de los incidentes registrados en la final de la Copa de Israel en el estadio Sammy Ofer de Haifa, donde Beitar Jerusalén venció al Maccabi Natanya.
Los aficionados del Beitar Jerusalén invadieron el campo de juego e incluso pusieron en riesgo la seguridad del presidente Isaac Herzog, que presenció la final.
El informe denuncia que durante la temporada se registraron 190 agresiones de carácter racista, en particular contra jugadores de origen africano o árabe-israelí.
Asimismo, se precisó que 78 de esos casos correspondieron a simpatizantes del Beitar Jerusalén (equipo ligado a la derecha local), conocidos por haber quemado una copia del Corán en las gradas.
Los seguidores del Beitar Jerusalén incluso mostraron durante un partido un cartel amarillo con el mensaje "Beitar, Puro Para siempre" para protestar contra la contratación de dos jugadores chechenos de religión musulmana.
A su vez, otros 65 de los ataques correspondieron a fanáticos del Maccabi Tel Aviv.
El informa refiere además "167 episodios con lanzamiento de objetos contundentes, de violencia y de invasiones de campo".
Por otra parte, se señalan 97 casos de lanzamiento de petardos, bombas de humo o antorchas, un fenómeno de dimensiones "sin precedentes".
"El fútbol reflexiona sobre lo ocurrido en nuestra sociedad.
Estos episodios demuestran lo preocupante de la situación. El racismo y la violencia en los estadios no tienen precedentes y el desprecio de la ley de parte de los simpatizantes superó cualquier límite", lamentó Matan Segel, autor del reporte de la NFI.
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