"Derrota con Alí salvó mi vida", Foreman

El ex campeón mundial rememoró la épica "Rumble in the Jungle"

La épica victoria de Alí en Kinshasa (foto: Ansa)
La épica victoria de Alí en Kinshasa (foto: Ansa)

   (ANSA) - ROMA, 25 ABR - "Aquella derrota por nocaut con Muhammad Alí en Kinshasa me salvó la vida", confesó George Foreman, ex campeón mundial de boxeo al aludir al mítico combate que sostuvieron en 1974 y que pasó a la historia como "The Rumble in the Jungle" (algo así como El Estruendo en la Selva).
    A casi medio siglo de la para muchos mejor batalla en la historia del boxeo y en una entrevista con el "Telegraph", Foreman reconoce que la derrota "me hizo ser una mejor persona de la que hubiese sido si yo le hubiera ganado a él por nocaut".
    El nocaut que el inigualable Alí le propinó en el octavo asalto del combate, en el que su estrategia para agotarlo, dejándolo lanzar toda su artillería, fue el primero que sufrió Foreman en su carrera y cambió su vida para siempre, según sus palabras.
    A tal punto que la imagen de ese derechazo que lo mandó a la lona esa agobiante noche en Kinshasa, es la que Foreman eligió como fondo de pantalla en su computadora.
    "Es la única imagen que rescaté, la de Alí mandándome a la lona.
    Me humilló y jamás lo olvidé, pero me hizo ser una mejor persona", reiteró "Big George" al destacar que ese fue "un momento inolvidable para el boxeo y para el deporte".
    Alí, respaldado por un público enardecido, recuperaba la gloria aquella noche a los 32 años, luego de tres de haberle sido retirada la licencia por negarse a enrolarse en la Guerra de Vietman como objetor de consciencia.
    El más grande de la historia (fallecido el 3 de junio de 2016 a los 74 años) escribía así una de las páginas más gloriosas del boxeo que se transformó en leyenda.
    A tal punto que ese combate se convirtió en argumento de libros y también de la película "When We Were Kings" (Cuando Éramos Reyes), dirigida por Leon Gast y ganadora del Oscar al mejor documental en 1996.
    Aquella noche, en el estadio zaireno de Maipara, la leyenda de Alí cobró real dimensión ante un Foreman que llegaba como campeón mundial, tenía siete años menos que su rival y era favorito a la victoria por el poder de sus golpes demoledores.
    Pero recibiría una lección de boxeo y de vida del oriundo de Louisville, quien para entonces también se había convertido en un referente del islám.
    Una derrota que derrumbó sus sueños como un castillo de naipes y lo llevó a evaluar su retiro del boxeo, algo que finalmente haría tres años más tarde por primera vez.
    Devenido en pastor evangélico, Foreman recuperó la corona en 1994 a los 45 años de edad, y terminó siendo un gran amigo de Alí, con quien solía mantener largas conversaciones telefónicas y a quien apoyó cuando el Mal de Parkinson comenzó a hacer estragos en su humanidad.
    A 50 años del legendario combate en Kinshasa, Foreman afirma: "Lo que más recuerdo era que yo estaba convencido de que lo vencería en un solo round, o quizás dos o tres a lo sumo".
    "Yo le había ganado con facilidad a José Roman, a Ken Norton y a Joe Frazier, y estos últimos dos habían derrotado a Muhammad y por eso no temía a nada", recuerda.
    Con esa convicción fue que saltó al cuadrilátero y lanzó toda su artillería desde el primer campanazo para "intentar derribarlo en los primeros asaltos". "Por eso me sorprendió que en el cuarto asalto siguiera de pie sin haber caído a la lona y en el quinto yo ya me sentía estupefacto. En el sexto -continuó- comprendí que no iba a lograr voltearlo".
    "Era el ser humano con la fuerza de voluntad más increíble que haya conocido, dentro y fuera del ring", completó Foreman al relatar aquella dolorosa derrota que sufrió como púgil y como persona.
    "No me sentía un hombre feliz después de derrotar a Joe Frazier y tampoco lo hubiese sido si derrotaba a Alí. Un triunfo más no me hubiera hecho alguien distinto, pero perder sí me ayudó mucho y me dio una rabia que nunca antes había sentido", confesó.
    "Después de aquella pelea, sentía que había perdido algo más que el título mundial, sentí que había perdido lo que era más importante para mí, que era yo mismo", agregó.
    "No entendía cuán importante era hasta que perdí todo en ese combate, pero eso me hizo una mejor persona. Fue él, Muhammad, quien me salvó la vida", reiteró. (ANSA).