El año pasado le tocó el turno a David Lynch.
El proyecto-instalación que el director creará en el Salone se llama "La dulce espera": un espacio atemporal, un puente invisible entre presente y futuro, en el que el deseo se entrelaza con el miedo a encontrar el destino.
La instalación se realizará en la entrada de los pabellones 22-24 y para este proyecto Sorrentino ha optado por contar con la contribución de Margherita Palli, escenógrafa con una carrera de cuarenta años, que comenzó con una larga colaboración con el director Luca Ronconi para quien creó los decorados de más de sesenta espectáculos en Italia y en todo el mundo, desde la Bienal de Venecia hasta el Piccolo Teatro de Milán.
"La idea que se me ocurrió fue desmantelar los rasgos estilísticos de la espera clásica y crear un lugar donde la espera sea engañosa - explicó el director en una transmisión sonora durante la rueda de prensa de presentación del Salone -, una sala que no nos fuerce a quedarnos quietos en una silla sino que nos haga viajar, con un tótem central que con un juego de luces nos haga olvidar por qué estamos ahí y nos distraiga".
Sorrentino "identificó la espera como una de sus urgencias - explicó María Porro, presidenta del Salone del Mobile -. Podemos abrir perspectivas sobre los lugares de espera que debemos equipar, como los aeropuertos, pero también las salas de espera de los médicos. Y los muebles pueden marcar la diferencia, todo en el hogar tiene una función, pero ¿Qué función pueden tener los muebles en una sala de espera? Las empresas se hacen esta pregunta, que concierne no sólo a la forma sino también a la apariencia emocional del espacio. La mirada de Sorrentino nos abrirá nuevas perspectivas".
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