Una nueva imagen está a punto de conquistar la capital de Estados Unidos: mientras que en el resto del país el uso de los cirujanos plásticos parece estar en fuerte declive, la "cara de Mar-a-Lago", con piel suave atribuible a tratamientos cosméticos como el botox, pómulos prominentes realzados con rellenos o contornos, labios carnosos y voluminosos, dominan entre las mujeres del entorno de Donald Trump.
Empezando por la ex y futura primera dama Melania, ninguna de las celebridades que rodean a Trump ha admitido jamás haber pedido ayuda para obtener una apariencia que mezcla glamour tradicional, cuidados meticulosos y, en algunos casos, evidentes intervenciones cosméticas.
Sin embargo, basta mirar a su nuera, Lara, a la pareja de su hijo Don Jr., Kimberly Guilfoyle, a la gobernadora de Dakota del Sur Kristi Noem, a la teórica de la conspiración Lara Loomer e incluso a la candidata a fiscal general Pam Bondi, para notar una estética común.
Acompañado de un maquillaje intenso y profesional -ojos ahumados, pestañas postizas o voluminosas- cabello largo, liso o con ondas suaves, a menudo en tonos rubio platino, castaño o con "balayage" de moda y uñas cuidadas, el nuevo look estaría inspirado en las mujeres de Fox, la cadena de Rupert Murdoch que durante años sirvió de caja de resonancia de las políticas de Trump.
Según Hollywood Reporter, que dedicó un reportaje al "look Mar-a-Lago", la nueva tendencia representa un desafío al estilo "sobrio" que dominó 2024, con su elegancia discreta y atemporal, que no intenta llamar la atención.
Melania siempre negó que su belleza tenga algo artificial y la negación ha dividido a los conocedores.
Según el mago del bisturí neoyorquino Gary Linkov, la tercera esposa de Trump, de 54 años, habría gastado más de 200.000 dólares a lo largo de décadas en tratamientos de belleza, incluido un lifting facial de 50.000 dólares, y luego Botox, rellenos, cirugías de nariz e implantes de mejillas.
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