Hoy, ¿quiénes son los intelectuales de Occidente capaces de influir en el mundo? Enumeremos los nombres: ¿son diez? ¿cinco? ¿Tres? ¿uno?", es la amarga reflexión del escritor español Pérez Reverte.
"El siglo XX, con todos sus horrores, para bien o para mal tuvo intelectuales lúcidos, prestigiosos, capaces de contar y de construir una Europa brillante. Pero ese siglo se acabó. Nunca me he considerado un intelectual, solo soy un periodista que cuenta historias", agrega.
No suena nostálgico, sino apenado Arturo Pérez Reverte, por un Occidente que "está viviendo las consecuencias de la demolición general de su cultura".
El escritor español, autor de best sellers traducidos a 50 idiomas y con 27 millones de libros vendidos, habla de un imperio en decadencia en una conversación con la prensa extranjera en Madrid.
La ocasión es el lanzamiento en los países hispanos de su última novela, 'La isla de la mujer dormida, en la que el académico de la lengua, testigo de muchos conflictos como reportero de guerra, capaz de explorar los abismos humanos, funde sus pasiones y obsesiones.
Al igual que "El italiano", la historia se desarrolla en el Mediterráneo, protagonista de la narración, en una isla del mar Egeo. En 1937, con la Guerra Civil española de fondo, un joven oficial de la marina mercante recibe la orden de la Armada franquista de hundir los barcos que zarpan de la Unión Soviética para traer armas y ayuda a la República española.
A sus 34 años, Miguel Jordan Kyriazis es un "corsario moderno" al mando de un torpedero alemán y una tripulación mercenaria con base en una pequeña isla de las Cicladas.
Propiedad de un noble griego, está casado con Lena, una antigua modelo de origen ruso. Una mujer madura que, con fría desesperación, intenta escapar de su destino.
"Es un personaje femenino distinto a todos los anteriores, caracterizados por mujeres fuertes, que luchan en un mundo de hombres, en territorio enemigo", explica el autor.
"«Lena, en cambio, es una mujer derrotada, sin espaldas. Una mujer inteligente y con personalidad que dejó su trabajo para seguir al hombre del que se enamoró. Y luego descubre en su vejez que ha entregado su vida a un canalla. Pero es demasiado tarde para dar marcha atrás y solo le queda un camino: la venganza", prosigue Reverte.
Inevitable es la historia de amor con el marinero corsario.
en un triángulo en el que los protagonistas intentan, cada uno a su manera, superar las heridas del pasado.
Beirut, Estambul, las islas griegas son los escenarios.
Aventura, valor, dignidad, amistad y lealtad -incluso entre un espía republicano y uno franquista-, vida y muerte: vuelven los temas caros a la narrativa de Reverte, que aquí alterna los ritmos vertiginosos de los ataques navales y el naufragio de las misiones secretas con los ritmos nocturnos y crepusculares de una pasión a término.
"Es un territorio ideológicamente ambiguo, llevado al extremo, que reivindico en un mundo como el actual, donde se impone la necesidad de posicionarse en un bando o en otro, todo es blanco o negro", apunta el autor.
"Mis novelas son todo lo contrario. El mes que viene cumplo 73 años con una orgullosa incertidumbre, que ha ido creciendo a medida que he ido madurando. Me enorgullece moverme en los pliegues grises del ser humano", destaca..
Para un autor que creció entre tres bibliotecas, "con un territorio literario que va de Somerset Maugham a Stevenson, pasando por Hemingway, Conrad, Irving Wallace y Stefan Zweig, es imposible definirse". La guerra fue, para Reverte, "un maestro de vida".
La primera mitad del siglo XX, a la que vuelve, "es una época muy fértil para explorar narrativamente, con suficiente distancia del presente". Su experiencia como corresponsal de guerra en muchos países, entre ellos Líbano, "te da la frialdad y la lucidez de la mirada, para no tener respuestas fáciles. O una fe, porque el primer paso de una fe es defenderla, el siguiente es convertirse en verdugo en su nombre. Desconfío profundamente de cualquier fe", asegura.
En cuanto a la crisis política en España, como en Europa, "es un problema de educación, de cultura", dice Pérez Reverte.
"Estamos demoliendo todo lo que nos da certidumbre, solidaridad, historia común. Estamos asesinando a Voltaire, a Montagne, a Rousseau, a Cervantes, a Galdós, los estamos exterminando.
Estamos formando generaciones de jóvenes, carentes del espíritu crítico necesario para defenderse de la mentira y la canallada.
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