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Ovación para una ópera de Rossini en su festival

Equivoco Stravagante sigue haciendo reír 200 años después. Diez minutos de aplausos en el evento de Pésaro dedicado al gran compositor.

BUENOS AIRES 9 AGO - Diez minutos de aplausos y ovaciones recibió ayer por la noche en el Teatro Rossini de Pesaro la presentación de 'Equivoco Stravagante", 09 agosto 2024, 11:56

Por Federica Acqua

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La ópera mantiene su gracia original y divierte al público. - TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

La ópera mantiene su gracia original y divierte al público. - TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Diez minutos de aplausos y ovaciones recibió ayer por la noche en el Teatro Rossini de Pesaro la presentación de 'Equivoco Stravagante", la segunda ópera en el programa del 45º Rossini Opera Festival (Rof) después de "Bianca e Falliero".
    Un entusiasmo que estuvo marcado por risas y aplausos durante todo el espectáculo, incluso con el telón levantado, gracias a la perfecta combinación entre la puesta de Moshe Leiser y Patrice Caurier, la dirección de Michele Spotti en el podio de la Filarmónica Gioachino Rossini y la interpretación vocal y teatral de los protagonistas: Nicola Alaimo (Gamberotto), Maria Barakova (Ernestina), Carles Pachon (Buralicchio), Pietro Adaìni (Ermanno), Patricia Calvache (Rosalia) y Matteo Macchioni (Frontino).
    El "dramma giocoso", escrito por un Rossini poco mayor de dieciocho años con libreto de Gaetano Gasbarri para el Teatro del Corso de Bologna, donde se estrenó el 26 de octubre de 1811 y retirado después de solo tres representaciones por ser "contrario a la decencia pública", fue escenificado por el Rof en la Vitrifrigo Arena en 2019 en una edición crítica de la Fundación Rossini depurada de los vulgares agregados hechos con el tiempo para hacer reír al público.
    Repuesto este año en el antiguo y acogedor Teatro Rossini, ha podido disfrutar de un entorno perfecto para apreciar de cerca la multitud de dobles sentidos y divertidos sinsentidos que impregnan el libreto.
    La historia es la de Gamberotto, un villano refinado que quiere casar a su hija Ernestina, quien se comporta como una filósofa con el rico galán Buralicchio.
    Pero la bella también es deseada por Ermanno, un pobre pero sinceramente enamorado, que contratado como preceptor puede contar con la complicidad de los sirvientes Frontino y Rosalia.
    Para favorecerlo, los dos hacen creer a Buralicchio que Ernestina es en realidad Ernesto, un músico fracasado y además castrado, que ha tomado apariencia femenina para evitar alistarse.
    Esto da lugar a una serie de equívocos y a hilarantes giros de la trama, que también implican el encarcelamiento de la joven denunciada por Buralicchio a los gendarmes y rescatada por Ermanno, a quien finalmente se le concede como esposa.
    Los directores sitúan la ópera en un único espacio, la casa de Gamberotto, donde un cuadro campestre atestigua orgullosamente las raíces agrícolas del propietario, pero también se convierte en una ventana para hacer entrar y salir a los personajes y dinamizar el escenario en una narración cerrada y llena de giros teatrales, que se combina con una música impregnada de influencias mozartianas, rica en recitativos pero ya presagiando el futuro Rossini.
    Los intérpretes se mueven en trajes del siglo XIX realizados por Agostino Cavalca e inspirados en las caricaturas del dibujante Honoré Daumier que ridiculizan sus características con largas narices, grandes barrigas y traseros voluminosos.
    Todo obedece a una dirección muy teatral sobre escenografías de Christian Fenouillat, que los quiere siempre en movimiento y contribuye junto al Coro del Teatro de la Fortuna, preparado por Mirca Rosciani, a ofrecer al público una verdadera joya. Habrá repeticiones el 12, 16 y 21 de agosto.
   

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