Así lo describe una periodista del New York Times, Laura Rysman, quien viajó a la isla y descubrió esa naturaleza sarda definida como "frágil, como siempre lo es el patrimonio", porque "depende tanto de los lugareños y de los políticos comprometidos como de los visitantes, aquellos que afrontan el viaje como una inmersión cultural más que como una lista de deseos: y en esto todos podemos jugar un papel." "A medida que los viajeros descubren el encanto mediterráneo de esta región insular, con sus playas idílica y su animada capital, los lugareños esperan evitar las multitudes que asfixian a tantos otros destinos italianos", sostiene Rysman.
Su descubrimiento de la isla parte de la capital - "pequeña capital del Mediterráneo" pero también "una ciudad que pertenece a sus habitantes a diferencia de Florencia, Venecia u otras ciudades repletas de turistas" - con la fiesta "extravagante" tradicional de Sant'Efisio, para luego sumergirse en las callejuelas del barrio de la Marina, frente al puerto, para degustar platos típicos a base de pescado y espárragos selváticos.
La periodista conversa con los encargados de restaurantes que miran con confianza el nuevo rumbo político en la Región y en Cagliari - hoy liderado por Alessandra Todde y Massimo Zedda - sobre todo para facilitar "la apertura de pequeñas empresas, para jóvenes e inmigrantes, regular los alquileres para vacaciones y aumentar la oferta cultural, atrayendo así turistas incluso más allá de los meses de verano".
Y aunque la oferta cultural, "en comparación con otras ciudades, pueda parecer más limitada", el New York Times destaca la presencia del Museo Arqueológico con su "fantástica colección de antiguos objetos nurágicos, fenicios y romanos" y los "arqueros nurágicos tallados en piedra" , conocidos como los Gigantes de Mont'e Prama.
Pero también menciona el Jardín Sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate, el palacio nurágico de Barumini y, en el aspecto medioambiental, los flamencos rosados ;;en la zona húmeda de Cagliari, en el parque Giara, con sus "últimos caballos salvajes en Europa" y la meseta del corcho.
También aquí surge el turismo slow con la visita a una granja lechera con una casa de huéspedes contigua y el descubrimiento del trabajo de los artesanos locales.
Luego, está Sulcis, con el "intento de transformar un territorio ahora vaciado por la minería en un territorio natural" y con "el parque circundante pasando a formar parte de la ruta de senderismo de Santa Bárbara".
En primavera, sin embargo, ya hace calor y la gente va a la playa: el diario estadounidense habla de la playa de Poetto, "de kilómetros de longitud", y de la de Piscinas, con sus "dunas de arena más altas de Europa".
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