El violín más famoso del mundo, el "Cannone de Niccoló Paganini" (el cañón de Niccoló Paganini), "está bien, las micro-fracturas que ostenta están bajo control", lo dice a ANSA Bruce Carlston, conservador del instrumento con Alberto Giordano. Lo afirma desde el laboratorio europeo de luz sincrotrón -un tipo de acelerador de partícula-, el ESRF de Grenoble, donde el instrumento fue minuciosamente estudiado.
Hoy se presentaron allí los resultados de los análisis realizados en el instrumento con técnicas capaces de examinar su estructura interna con el mayor detalle jamás visto y de forma no invasiva.
"Las micro-fracturas están ahí, pero no es una situación que requiera intervención. El violín está bien", volvió a decir Carlston. "Todos los instrumentos antiguos -prosiguió- tienen algo".
Construido en 1743 por el luthier Bartolomeo Giuseppe Guarneri, conocido como "del Gesú", el Cañón padece los problemas de su época, los relacionados con el accidente ocurrido en París y tras el cual el instrumento fue restaurado.
"Sospechábamos que la restauración había sido un poco débil, pero -dijo Carlston- el análisis demostró que no era así". Por tanto, serán suficientes con realizar "controles periódicos" del instrumento. Por lo tanto, el famoso violín "se puede volver a tocar una vez al año", según la tradición.
El ESRF es la luz sincrotrón más potente del mundo y, gracias a su nueva fuente extremadamente brillante, desde 2020 ha proporcionado un rendimiento experimental al menos 100 veces mejor que en el pasado. Esta capacidad, combinada con las de la nueva línea de luz BM18, ofrece una capacidad sin precedentes para reconstruir una imagen de rayos X en 3D de todo el violín al nivel de la estructura celular de la madera, con la capacidad de hacer zoom localmente a cualquier punto, hasta en la escala micrométrica.
En consecuencia, los experimentos realizados en ESRF proporcionan una visión tridimensional completa del estado de conservación del violín, pero también una representación superprecisa de los detalles de la estructura del violín y el mapa completo de las intervenciones realizadas en el pasado por los luthiers.
"Il Cannone" fue construido en el año 1743 en Cremona, Italia, por el luthier del Gesú (1698-1744). El apelativo procede de uno de sus propietarios, el célebre violinista y compositor Niccoló Paganini (1782-1840), que lo consiguió en 1802 y quien lo llamaba de esta forma por su potencia sonora y resonancia.
Paganini perdió un valioso violín Amati como resultado de su afición a los juegos de azar. Un violinista aficionado y hombre de negocios le dio como regalo un descuidado violín Guarneri. Paganini tocaría este instrumento por el resto de su vida, llamándolo "mi cañón de violín", en referencia al sonido explosivo que emitía.
Paganini poseía muchos violines, pero Il Cannone era el que más apreciaba y solía emplearlo frecuentemente en sus conciertos, y al morir lo legó a la ciudad de Génova.
Actualmente se expone en el Palacio Tursi, perteneciente a los Museos de Strada Nuova, situado en la Via Garibaldi, en el centro histórico de Génova.
En una ocasión, cuando Il Cannone tuvo que ser reparado, Paganini lo envió al taller de Jean Baptiste Vuillaume (1798-1875), en París, el mejor luthier de la época. Vuillaume además de reparar el Guarnerius, hizo una réplica exacta. La copia fue tan precisa en cada detalle de su construcción y apariencia que se dice que ni siquiera su dueño podía distinguir uno del otro; finalmente Paganini notó diferencias sutiles en el tono que le permitían distinguirlo del original.
Paganini regaló esa copia a su estudiante, el virtuoso Camillo Sivori (1815-1894).
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