La emigración vista desde dentro, como el sueño de dos muy jóvenes, que en realidad sólo quieren escapar de su tierra natal, Senegal, para llegar a Italia, hacia Europa, "la Tierra de los Juguetes". "Io Capitano" ("Yo capitán", NDR), la nueva película de Matteo Garrone, en competición en el Festival de Venecia y en cartelera desde este jueves, además de hipotecar el palmarés de este año, tiene a su lado un tema de gran actualidad, rodado con valentía en idiomas originales y con dos protagonistas verdaderamente puros.
Se trata de Seydou y Moussa (Seydou Sarr y Moustapha Fall), dos menores de edad que abandonan Dakar y sus respectivas familias para llegar al Viejo Continente pese a llevar una vida completamente digna. En definitiva, no huyen de la guerra civil que anima a su país y que Garrone nunca muestra, son sólo dos adolescentes como muchos, que tienen un gran deseo de ver mundo, de hacerse famosos como raperos: "Los blancos vendrán a pedir autógrafos", le dice Seydou a Moussa en un momento determinado.
Este es su sueño. Pero una vez que parten hacia Libia, ahí es donde llega la verdadera guerra para ellos.
Mientras tanto hay un desierto y ellos solo son dos cuerpos que han pagado un billete en una furgoneta donde nadie presta atención si alguien se cae. Luego está el horror de los centros de detención en Libia, con la correspondiente tortura, después de ser recibidos con el grito: "Estás en Libia o tienes el dinero o irás a prisión".
Y todo eso hasta el desembarco en el mar, donde a Seydou los contrabandistas libios piden que sea el capitán de uno de las muchas barcazas del mar hacia Europa. Dice que ni siquiera sabe nadar, pero luego se lo ve en la cubierta de un barco lleno de migrantes afirmando con orgullo que él es el capitán en esa embarcación de gente desesperada. Hasta aquí la película de Garrone de gran belleza formal y llena más de realismo que de esa magia que tanto gusta al director de "El embalsamador", pero si se mira con atención no es así en absoluto.
Mostrar a estos dos muchachos que provienen de una familia colorida y feliz y que se las arreglan con diversos trabajos en su viaje hacia Europa es una manera muy libre de describir una migración innecesaria, que podría acarrear un inevitable juicio político. Garrone, aquí en el Lido, reivindica para esta elección su legítima libertad como artista para sorprender y, por tanto, contar una historia menos típica.
La idea era que estos dos niños fueran un poco como Pinochos en busca de su tierra de juguetes, o más bien saliendo de su zona de confort hacia otro confort. Pero hay más que una bella película: Qué pasa con el infierno de los viajes? Garrone sugiere que su experiencia de "Gomorra" le pesó. Y volviendo a Pinocho, en "Io Capitano", si se mira con atención, también está el Grillo Parlante. Asume el papel de un hechicero al que Seydou y Moussa consultan antes de marcharse y que les dice: "No vayan a Europa, allí muere gente en la calle y a nadie le importa".
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