Y no faltan otros malos augurios: solo habrá que esperar al domingo, cuando a la hora de comer en Nápoles las temperaturas alcancen entre 18 y 19 grados.
"Más que El Cairo y Riad", comentó la Associazione dei Consorzi di Gestione e Tutela del Territorio e delle Acque (ANBI), basándose en los mapas meteorológicos del Centro Europeo para las Previsiones Meteorológicas a Medio Término (CEPMPM).
Los últimos 12 meses, informó Copernicus, hubo 0,73 grados por encima de la media del periodo 1991-2020 y 1,61 por encima de la media preindustrial.
En resumen, la Tierra sigue sintiendo el calor: la ANBI habla de una "primavera fuera de temporada", con las consecuencias que ello conlleva.
"Seguimos registrando fenómenos meteorológicos extremos en toda la península", como los ocurridos en Sicilia y Calabria en los últimos días, denunció Francesco Vincenzi, presidente de la asociación, a los que "el país se opone con una distracción culpable, privilegiando las intervenciones de emergencia frente a las de prevención".
En tanto, las altas temperaturas riman con la sequía.
Según ANBI, la "tendencia a la baja de los niveles de los dos lagos de los Castelli Romani", como el de Albano (que ha bajado 64 centímetros en un año y medio) y el de Nemi, así como de los ríos del Lacio, que están cada vez más secos.
La asociación señala, además, que en Toscana el río Ombrone tiene un caudal "que representa aproximadamente el 9% de la media del período".
Incluso allí donde la situación mejora porque llovió más, como en Sicilia, "debido a criticidades estructurales de las obras hidráulicas", se está obligado "a verter una parte importante de este 'oro azul' en el mar: actualmente el agua almacenada en Sicilia asciende a unos 250 millones de metros cúbicos pero de éstos sólo el 48% es efectivamente utilizable".
Y, en Cerdeña, los volúmenes de agua "aumentan en más de 156 millones de metros cúbicos", pero en un contexto que ve por una parte cuencas llenas (como en Baronia y Ogliastra) y por otra escasez crónica (Basso Sulcis y Alto Cixerri).
El aumento de las temperaturas también tiene efectos directos sobre la salud humana y los ecosistemas, recordó la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental (SIMA).
De hecho, "modifica la frecuencia y la distribución de muchas enfermedades infecciosas", "crea condiciones ideales para la transmisión de patógenos" y tiene un impacto en la psique.
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