Por Enrica Battifoglia. Montañas y valles excavados por ríos de hidrocarburos: el 14 de enero de 2005 llegaron a la Tierra imágenes del mundo más lejano visitado por una nave espacial, enviadas por la sonda europea Huygens durante su descenso a la luna más grande de Saturno.
La sonda formaba parte de la histórica misión Cassini, nacida de la colaboración entre la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana, e Italia había desempeñado un papel destacado con la tecnología a bordo de Cassini y Huygens, a través de su industria, con Thales Alenia Space (Thales-Leonardo).
Por ejemplo, el subsistema de comunicación Pdrs (Probe Data Relay Subsystem) y la antena de alta ganancia de Cassini fueron italianos, los que enviaron a la Tierra aquellas primeras imágenes, 350 en total, transmitidas por la sonda Huygens de la Agencia Espacial Europea durante el descenso que duró más de dos horas.
Entre las primeras en ser recibidas, las imágenes de un macizo del que parecían brotar numerosos ríos, quizás canales creados por hidrocarburos líquidos, cada uno de ellos rico en afluentes y extremadamente ramificado.
También se puede ver el perfil de una costa con vistas a un lago, o quizás a un mar. En total, la sonda Huygens transmitió datos durante 148 minutos durante el descenso y por más de tres horas desde la superficie, funcionando a una temperatura de -180 grados.
Otro instrumento italiano, Hasi, fabricado por Leonardo, había contribuido decisivamente a revelar ese mundo. El mismo instrumento también había capturado la voz de Titán, con sonidos similares a los truenos y grabados tanto durante su descenso como desde la superficie.
Esos sonidos tenían un gran valor científico. De hecho, eran la traducción de la señal del radar y permitían analizar las variaciones de frecuencia y corresponderlas con las variaciones de altura.
Con una atmósfera similar a la de la Tierra primitiva, compuesta de nitrógeno, metano, etano, argón y trazas de amoníaco, esta luna siempre ha tenido un encanto especial, con sus volcanes de hielo y sus lluvias de hidrocarburos.
La misión Cassini-Huygens ha dejado un gran legado porque cada uno de los instrumentos utilizados ha desarrollado tecnologías que han permitido alcanzar grandes objetivos.
Por ejemplo, el radar de apertura sintética (SAR) es la base de constelaciones de observación de la Tierra como la italiana Cosmo-SkyMed y los Sentinels del programa Copernicus de la ESA y la Comisión Europea. Y la antena de alta ganancia de Cassini es la base de la utilizada en las misiones europeas ExoMars, en órbita marciana desde 2016, y BepiColombo rumbo a Mercurio.
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