Fueron descubiertos por investigadores del Consejo Nacional de Investigación (CNR) de Italia gracias a la campaña oceanográfica "Sirene", en una expedición que acaba de concluir con el barco Gaia Blu.
Los relieves identificados en el mar Jónico son de dos tipos: hay diapiros, es decir, sedimentos que surgen de zonas profundas, visibles solo con ecografías del subsuelo, y volcanes de lodo, que se forman cuando el material profundo asciende hacia la superficie junto con fluidos y gases, generando en ocasiones auténticas erupciones fluidas y viscosas.
El objetivo de los investigadores será profundizar en la naturaleza y procedencia del material que fluye a lo largo de estas grandes fallas y comprender cómo influyen en la generación de terremotos en una de las zonas sísmicamente más activas de Europa.
"Las imágenes de sonar registradas a bordo del Gaia Blu han resaltado con gran detalle las morfologías de estos relieves, que muestran indicios de actividad eruptiva y tectónica reciente", explica la coordinadora de la campaña Alina Polonia, investigadora del Instituto de Ciencias Marinas del CNR.
"Algunos volcanes tienen una forma perfectamente cónica, otros tienen formas subcirculares, pero están muy arrugados y alargados en la dirección de las fallas, y a menudo están asociados con deslizamientos de tierra submarinos", amplió.
Los datos geofísicos adquiridos, precisó la experta, "permitirán reconstruir la morfología de los sistemas y las propiedades físicas de los materiales involucrados, para comprender si se alimentan de lodos, de material volcánico o de levantamientos diapíricos de rocas que se encuentran habitualmente en el manto terrestre a más de 20 kilómetros de profundidad".
"De ser así, se trataría de las últimas franjas de corteza terrestre provenientes del océano más antiguo de la Tierra, el Tetis, aún no involucrado en el proceso de subducción y orogenia que formó los Apeninos y. los Alpes", completó Polonia.
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