Por Mónica Uriel
(ANSA) - LOS REALEJOS 7 MAY - Lo que comenzó siendo una
disputa entre dos calles para ver quién enramaba mejor una cruz
y lanzaba más voladores se ha convertido en una de las mayores
batallas pirotécnicas de Europa dentro de la Fiesta de las
cruces y fuegos de mayo de Los Realejos, en la isla de Tenerife
(Canarias).
Además de los fuegos artificiales, los habitantes de este
pequeño municipio enraman con flores sus cruces, hasta 300, en
ocasión del día de la Santa Cruz, muy venerada en toda la isla,
el 3 de mayo, que exhiben como piezas únicas de arte efímero.
La fiesta data del siglo XVIII y surge de la rivalidad entre
la calle El Medio, donde vivía la gente de clase alta, y la de
El Sol, habitada por los campesinos y los medianeros que
trabajaban para los habitantes de la calle El Medio.
Al principio se enramaba la calle y se echaban cuatro
voladores al aire, y ahora se compite en cantidad de fuegos, de
flores y en la forma de enramar las cruces.
La exhibición de fuegos tuvo lugar la noche del 3 de mayo,
cuando durante casi una hora se sucedió un impresionante
espectáculo pirotécnico que ha ido creciendo cada año y ya es
considerado uno de los mayores de Europa.
Los vecinos se suben a las azoteas de Los Realejos (de
39.000 habitantes), a la sombra del volcán del Teide, para
contemplar primero los fuegos artificiales de una calle y
después los de la otra.
Desde una azotea de la calle El Medio, Isidro Hernández
contribuye lanzando fuegos artificiales: es una de las 17
posiciones de disparo que "crean un ritmo de no parar y va in
crescendo", cuenta a ANSA al concluir el espectáculo.
En total mil kilos de material explosivo se lanzaron el
pasado día 3 desde esta calle, que corrieron a cargo de
pirotécnicos de Valencia, con gran tradición de fuegos
artificiales con motivo de la fiesta de Las Fallas.
Antes de los fuegos, La Cruz es sacada de la Iglesia
Santiago Apóstol y llevada en procesión por las calles,
parándose frente a las casas donde hay gente enferma o
recientemente fallecida.
Los devotos agradecen a La Cruz sus promesas, una tradición
que pasa de padres a hijos.
En todas las casas hay una cruz de cualquier material
(madera, plata o piedra), y cada una tiene su historia y
recorrido, como las pequeñas de madera que se llevaron encima
los inmigrantes que fueron a América Latina.
Las cruces y los fuegos terminan sin vencedores ni vencidos;
todo dependerá de a quién se pregunte.
Declarada en 2015 Fiesta de Interés Turístico nacional,
busca ahora ser declarada Fiesta de Interés Turístico
Internacional. (ANSA).